¿Cómo se diferenciaba Moshé de los demás profetas?

¿Cómo se diferenciaba Moshé de los demás profetas?

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RAMBAM: Los demás profetas recibieron sus profecías en un sueño o en una visión [sobrenatural], mientras que Moshé las recibía despierto y de pie, como dice el versículo: “Cuando Moshé entraba a la Tienda de Reunión para hablar con Él, [con Dios,] escuchaba la voz hablándole” (Bamidbar 7:89).
Los demás profetas recibían sus profecías por medio de un ángel, y por eso lo que veían era una parábola y acertijo. Pero Moshé no las recibía por medio de un ángel, como dice el versículo: “Fui Yo quien le dijo, boca a boca” (v. 8); “Dios habla con Moshé cara a cara” (Shemot 33:11); “Él contempla la imagen de Dios” (v. 8). En otras palabras, no había ninguna parábola; él veía la profecía claramente sin parábolas ni acertijos. Por eso la Torá testimonia que él vio “en una visión, y no en acertijos” (v. 8), que sus profecías no eran acertijos, sino visiones, que percibía con máxima claridad.
A los demás profetas los dominaba el temor y el terror cuando recibían sus profecías, pero a Moshé no. Esto es lo que significa el versículo: “[Dios habla con Moshé…] como un hombre habla con su amigo” (Shemot 33:11), es decir, tal como una persona no teme escuchar las palabras de su amigo, del mismo modo Moshé tenía la habilidad de recibir sus profecías manteniendo total compostura.
Ninguno de los demás profetas podía recibir la profecía cuando sea que lo quisiera, lo que no era el caso de Moshé. En cualquier momento que lo deseara, el espíritu Divino lo envolvía y él recibía la profecía. No precisaba armonizar sus pensamientos para preparase, porque siempre estaba armónico y preparado, parado como un ángel ministerial. Por eso, podía recibir profecías en cualquier momento, como dice el versículo: “[Moshé les dijo:] ‘Aguarden, y escucharé lo que Dios ordena respecto de ustedes’” (Bamidbar 9:8). Por eso Dios le prometió: “Ve y diles: ‘Regresen a sus tiendas’. Tú, sin embargo, debes permanecer aquí Conmigo” (Devarím 5:27-28), lo que te enseña que cada vez que cualquiera de los demás profetas terminaba de recibir su profecía, regresaba “a su tienda”, o sea, a su vida física, como cualquier otro, y por eso no se separó de su esposa. Pero Moshé, nuestro maestro, no regresó a su “primera tienda”, y se separó de su esposa, y de todas las mujeres, para siempre. Su mente estaba siempre conectada con Dios, la Roca Eterna, y la gloria de Dios jamás lo abandonó. Su rostro emanaba luz, y él era tan santo como los ángeles.
(Leyes de los Fundamentos de la Torá 7:6) Torat Menajem.

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