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RASHI: La Torá no menciona su muerte. Nuestros Sabios de bendita
memoria dijeron: “Iaacov, nuestro padre, no murió”.
TALMUD: Rabí Najmán y Rabí Itzjak estaban sentados en una comida.
Dijo Rabí Najmán a Rabí Itzjak: “Por favor, di alguna palabra [de Torá]”.
Él respondió: “Rabí Iojanán dijo que uno no debe hablar mientras
come por si la comida entra a la tráquea antes de llegar al esófago,
lo que sería peligroso”. Al final de la comida agregó: “Dijo Rabí Iojanán:
'Iaacov, nuestro padre, no murió'”.
[Rabí Najmán] objetó: “¿Fue en vano que pronunciaran su elogio
fúnebre, lo embalsamaran y lo enterraran?”.
[Rabí Itzjak] respondió: “¡Interpretaré un versículo [para ti]! Está
escrito: '”¡No temas, Iaacov, mi siervo!”, dice Dios. “¡Israel, no estés
atemorizado! Pues te salvaré desde lejos, a tus descendientes de la
tierra de su cautiverio” (Jeremías 30:10).
“Este versículo iguala [a Iaacov] con sus descendientes, para enseñarnos:
tal como sus descendientes están vivos, así también lo está él” (Taanit 5b).
Torat Menajem
LA DESAPARICIÓN DE IAACOV (V. 33)
¿Cómo se supone que el lector de las Escrituras, que incluye a un niño
que estudia el Jumash por primera vez, entienda la frase de Rashi que
“Iaacov no murió”, cuando la Torá dice que “exhaló su último suspiro, y
[su alma] se reunió con [las almas de] su pueblo” (v. 33)?
Incluso el propio Talmud –la fuente de Rashi para esta afirmación– objeta:
“¿Fue en vano que pronunciaran su elogio fúnebre, lo embalsamaran
y lo enterraran?” y continúa ofreciendo una solución extraída de las
Escrituras. ¿Cómo podría esperar Rashi que el lector entendiera este concepto
sin ninguna ayuda? ¿Y por qué Iaacov en particular mereció una
vida eterna, más que los demás Patriarcas?
LA EXPLICACIÓN
Rashi no aclaró ningún tema que consideraba que el estudiante podría
resolver por sí mismo con simple lógica y el conocimiento de sus comentarios
previos de Rashi. Antes, en Parshat Bereshit, también encontramos
una persona de la que “la Torá no hace mención de su muerte”. Sobre el
versículo: “Janoj... ya no estuvo más [en el mundo], pues el Señor lo llevó”
(arriba, 5:24), Rashi comenta: “Él era un hombre recto, pero muy fácilmente
podía volverse al mal, por lo que Dios se apresuró, lo retiró e hizo
que muriera antes de tiempo. Por eso la Torá altera el modo en que describe
su muerte, de manera inusual, que él ‘no estuvo más’ en el mundo
para completar la cantidad de años que le fueron asignados”.
De aquí el estudiante de las Escrituras ya había aprendido que la Torá
en ocasiones evita utilizar el término “muerte” para indicar que la persona
falleció en circunstancias inusuales, como en el caso de Janoj que “fue llevado”
por Dios con anterioridad para salvarlo de volverse malo.
Así, el lector comprenderá que la Torá utilizó un enfoque similar en el
caso de la desaparición de Iaacov: como Janoj, también Iaacov murió
más joven de lo esperado, a los 147 años, mucho antes de la edad de 180
años con que murió su padre, Itzjak. De hecho, Iaacov mismo atestiguó
acerca de su corta vida: “[En comparación con] la vida de mis padres...
los días de mi vida han sido pocos y miserables” (arriba, 47:9).
No obstante, solo hasta aquí se extiende la comparación entre Iaacov y
Janoj. Pues la Torá sí hace referencia a la muerte de Janoj, si bien de una
manera inusual (“no estuvo más [en el mundo]”), mientras que de la muerte
concreta de Iaacov no hay ninguna mención específica. Y, claramente,
Iaacov no murió porque podría “fácilmente volverse al mal” como Janoj.
Entonces, ¿por qué “la Torá no menciona su muerte”?
La respuesta a esta pregunta puede encontrarse en otro detalle de Parshat
Bereshit: tras ignorar la advertencia de Dios –“pero no debes comer
del Árbol del Conocimiento del bien y el mal. Pues el día que comas de
él, ciertamente morirás” (2:17)– sobre el hombre se decretó que “eres [del]
polvo, y al polvo volverás” (3:19). Es decir, el fenómeno de la muerte se
introdujo como resultado directo del pecado del Árbol del Conocimiento.
Por lo tanto, se deprende que cuando Rashi nos dice “Iaacov, nuestro
padre, no murió”, eso significa –en el plano literal– que a diferencia del
ser humano en general, la muerte de Iaacov no fue consecuencia del pecado
del Árbol del Conocimiento. Es decir: Él era una persona tan única
y piadosa, que no tenía conexión con el mal o el pecado de manera alguna.
Pero esto genera una pregunta: seguro que Avraham e Itzjak también
fueron personas muy grandes. ¿Por qué dice la Torá que “murieron”?
Rashi no se sintió obligado a encarar este punto porque, en el plano
literal, se sobreentiende que todo tzadík (persona recta) tiene sus propias
cualidades singulares que otro tzadík no tiene.
Por el otro lado, quizás uno podría argumentar que la pureza de un tzadík
puede verse a través de sus hijos. Así, los nacimientos de Ishmael y
Eisav indicaban ciertas muy sutiles cualidades indeseables en sus respectivos
padres. Solo Iaacov, que produjo doce hijos rectos, tuvo la pureza
absoluta para estar completamente desconectado del pecado del Árbol
del Conocimiento, por lo que solo de él puede decirse que verdaderamente
“no murió”.
(Basado en Sijat Shabat Parshat Vaiejí y Shemot 5746)
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