La guerra de Yehoshua contra los reyes del sur se llevó a cabo de un modo totalmente natural. Sin embargo, precisamente entonces, Yehoshua fue privilegiado con grandes milagros, y los dos extremos, los actos humanos y los actos celestiales, se encontraron. Justamente, la realización humana propició la intervención divina que completó el proceso.
La guerra de Yehoshua contra los reyes del sur, ya no es una guerra puntual sino el primer movimiento global de guerra de Yehoshua, y se desarrolló en forma totalmente terrenal y mundana. Las fuerzas fueron concentradas rápidamente, se hizo uso del factor sorpresa y fueron aprovechadas situaciones favorables para derrotar al campamento kenaaní.
Paralelamente, Yehoshua fue agraciado con los más grandes milagros: Dios arrojó piedras desde el cielo sobre los Kenaanim y Yehoshua detuvo al sol y a la luna en lo más alto del cielo. Se reunieron aquí dos extremos, los actos humanos y los actos celestiales, y se combinaron en forma conjunta, en una acción compartida. En esta cooperación se incrementó la presencia de Dios y se reveló en su heroísmo conquistador: “Fueron más los que murieron a causa del granizo, que los que cayeron bajo la espada de los hijos de Israel” (Versículo 11)
La descripción del milagro de ese día, es paralela desde el aspecto lingüístico y temático al éxodo de Egipto: “Y los apabulló el Eterno delante de Israel” (Versículo 10)-“Y conturbó al campamento de Egipto” (Shemot capítulo 14, versículo 24); “El Eterno envió contra ellos piedras grandes desde el cielo... “ (Yehoshua capítulo 10, versículo 11)-“E hizo llover Adonai granizo sobre toda la tierra de Egipto” (Shemot capítulo 9, versículo 23); “ Pues el Eterno peleaba por Israel“ (Yehoshua capítulo 10, versículo 14)-“Pues Adonai está luchando para ellos contra Egipto” (Shemot capítulo 14, versículo 25); “ Y nadie se atrevió ni siquiera a mover su lengua contra los hijos de Israel“ (Yehoshua capítulo 10, versículo 21)-“Pero a todos los hijos de Israel no gruñirá el perro con su lengua” (Shemot capítulo 11, versículo 7); “Entonces habló Yehoshua al Eterno” (Yehoshua capítulo 10, versículo 12)-“Entonces entonó Moshé…este cántico para Adonai” (Shemot capítulo 15, versículo 1)
No obstante, a diferencia de Moshé que extendió su mano al cielo y provocó el granizo, Yehoshua no tuvo intervención alguna en el granizo de piedras. Ellas llegaron desde arriba sin que las haya pedido ni haya rezado por ellas. Aparentemente, esa es la ventaja de Moshé y su época sobre la generación de los que ingresaron a la tierra de Israel, pero todo esto puede ser visto desde otra perspectiva. En la redención de Egipto el pueblo estuvo pasivo y todo fue realizado del cielo, y la única intervención del pueblo, fue la extensión de la mano de Moshé para que se produjera el milagro. En el caso de Yehoshua se dio la situación inversa: él dirigió la guerra y provocó la definición en el campo de batalla, y la intervención Divina revelada vino a cooperar con sus acciones y a redondear el éxito.
Y realmente, lo que no se reveló en el granizo, fue revelado en la detención del sol y la luna. El impulso de la acción de Yehoshua, no se detuvo en la tierra sino que siguió adelante, y a partir de su iniciativa, él decretó también la detención del sol y la luna en el cielo, y acataron sus palabras. La grandeza del milagro de la detención del sol y la luna realizada a partir de un decreto humano reduce la importancia de la ayuda celestial con el granizo de piedras en Beit Jorón.
Editado por el equipo del sitio del Tanaj del libro "Oz vaAnavá, Yiunim beYehoshua Shoftim" publicado por "Midreshet haGolán".