Aléjate del mal y haz el bien

Aléjate del mal y haz el bien

El servicio a Dios se compone de dos fases-aléjate del mal y haz el bien. En la travesía hacia la santidad se debe ser constante en el trabajo interno de cada uno. La ética que aborda principalmente el alejarse del mal, es el pasillo que allana el camino hacia el palacio-la santidad.

En el versículo 39 recibimos el mandamiento de “y recordarán todos los preceptos del Señor y habrán de cumplirlos”, y en el versículo siguiente “Para que recuerden y cumplan todos Mis preceptos”. ¿Cuál es el sentido de esta doble mención?

Parece que en este caso no se trata de una reiteración, sino de dos fases: la primera fase es la de “aléjate del mal”, el llamado a sobreponernos al instinto del mal: “y no se desvíen en pos de vuestro corazón y en pos de vuestros ojos, en pos de los cuales se prostituyen” (Versículo 39). Luego de la primera fase, en la cual los preceptos tienen el propósito de anular el instinto, llega el segundo llamado, concerniente al “haz el bien”, un movimiento positivo: “y serán consagrados para vuestro Dios” (Versículo 40).

El mensaje que se desprende de la estructura de este pasaje es que en la travesía hacia la santidad, hacia Dios, se debe ser constante en el trabajo interno de cada uno, una tarea de autocontrol. Desde este posicionamiento puro la persona lograr palpar la auténtica santidad. Cuando la persona tiene un defecto, la espiritualidad puede provocar una distorsión y cruzar el fino límite que existe entre el servicio a Dios y la idolatría.

Así definió el Rabino Kuk la relación entre la ética y la santidad: “La ética es el pasillo, y la santidad, el palacio” (Shmoná Kevatzim, 1, 133). La ética se ocupa, principalmente de “aléjate del  mal”, la superación de las facetas negativas del ser humano. La negación del mal por sí misma no es santidad, pero ella le permite a la persona alcanzar la santidad.

Según los conceptos del Rabino Mordejai Iosef Lainer en su comentario “Mei Hashiloaj” (Parte II, Parashat Shlaj), en la primera fase los versículos refieren a los preceptos en tercera persona, de un modo oculto: “todos los preceptos del Señor” (Versículo 39), mientras que en la segunda fase, hacen referencia a ellos en segunda persona, en forma presente: “todos Mis preceptos” (Versículo 40). La primera fase, la fase del temor (la reverencia), simboliza el hilo Tejelet (hilo de lana turquesa) de los Tzitzit y debido al temor asume la forma oculta. La segunda fase, a diferencia de la primera, es la fase del amor, y simboliza ese hilo blanco del Tzitzit, y por ello asume la forma presencial.

La sección de los Tzitzit finaliza con las palabras “Yo soy El Señor, vuestro Dios, que los he sacado a ustedes de la tierra de Egipto para ser para vosotros Dios” (Versículo 41). De la esclavitud en Egipto salimos hace tiempo, no obstante, el trabajo espiritual que la Torá propone, nos permite liberarnos de la esclavitud más dura, la esclavitud interior, la sumisión al instinto y a las malas cualidades. Sólo cuando nos liberemos de esa esclavitud, seremos realmente libres.

Editado por el equipo del sitio del Tanaj del libro "Lehitorer leiom jadash: kriá mitjadeshet shel haTorá veshel jaJaim" ("Despertar a un nuevo día: una lectura renovada de la Torá y de la vida"), publicado por Maguid.

 

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