Alianza en el Iardén

Alianza en el Iardén

Hemos hallado 12 piedras en el contexto de alianzas entre Dios e Israel, también en el evento del monte Sinai y en el de Eliahu en el monte Carmel. El Midrash enseña que también el episodio del Iardén fue un evento de una alianza que incluía la amenaza de desterrar a los pueblos y de lo contrario-las aguas habrán de inundar a Israel.

Doce piedras fueron tomadas del Iardén. También Moshé colocó en el monte Sinai “doce piedras (estelas) como altar” en el pacto de Sinai (Shemot capítulo 24, versículo 4), y cuando Eliahu renovó el pacto entre Israel y Dios él construyó el altar en el Carmel con doce piedras “conforme al número de las tribus de los hijos de Iaacov, el cual tuvo revelación del Señor, que decía: "Israel será tu nombre” (Melajim I, capítulo 18, versículo 31).

La Guemará en el Tratado Sotá 34a señala:

“Aún se hallan en el Iardén, y les dijo Yehoshua: sepan por qué ustedes cruzan el Iardén, a fin de que destierren a los residentes en la tierra, como está citado (Bamidbar capítulo 33, versículo 42) “Habrán de desterrar a todos los habitantes de la tierra de delante de vosotros…”, si lo hacen-mejor, y si no-las aguas los habrán de inundar”

El Midrash convirtió el episodio del Iardén en un hecho dramático al introducir en él una dimensión de coacción y amenaza. Desde ese aspecto, los Sabios compararon la recepción de la tierra con la recepción de la Torá. Ambas fueron aceptadas por el pueblo por propia voluntad, pero el hecho no comenzó por iniciativa del pueblo ni dependía de él, sino que era un hecho consumado Divino necesario y vinculante, sin el cual no habría existido.

El ingreso a la tierra le impuso al pueblo un reto muy difícil y peligroso. La conquista de la tierra era una misión militar, ¿Acaso es conveniente arremeter contra los habitantes de la tierra en sus ciudades fortificadas? También, desde el aspecto ético, la conquista era difícil: ¿Con qué derecho, un pueblo puede luchar contra los residentes en la tierra que viven tranquilos e iniciar contra ellos una gran guerra? Si finalmente, su destino es el de residir entre los pueblos de Kenaan, aceptar su cultura y fusionarse con ellos-el enfrentamiento es amargo e innecesario. El derecho de cruzar el Iardén le es concedido al pueblo con la condición de que asuma su rol de cumplir el destino divino. Y por consiguiente Yehoshua concertó un pacto con el pueblo dentro del Iardén, a fin de que cumpla su función hasta completarla íntegramente.

Editado por el equipo del sitio del Tanaj del libro "Oz vaAnavá, Yiunim beYehoshua Shoftim" publicado por "Midreshet haGolán".

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