La afección de la lepra no se produce solamente por “Lashón Hará”, la maledicencia, sino por otros pecados, entre ellos, el pecado del orgullo. La lepra de Uziá aparece como castigo a su deseo pretensioso de tomar la corona del sacerdocio además de la corona real.
En el libro Melajim se describe la imagen de Uziahu, el rey de Iehudá, de un modo muy acotado, y por cierto, allí (Melajim II, capítulo 15, versículo 5) se señala: “Y el Señor hirió al rey, de manera que fue leproso hasta el día de su muerte”-sin aclarar la causa del hecho. No obstante, en el libro Divrei Haiamim II, capítulo 26, se refleja ampliamente la figura de Uziá, el hijo de Amatziá, como uno de los grandes reyes de la Casa de David, quien amplió las frontera del reino hasta Eilat y hasta la ribera del Iardén (Jordán), fortificó a Ierushalaim y sus torres y alcanzó excepcionales logros económicos y en materia de seguridad: “y extendióse su fama lejos, porque fue ayudado maravillosamente, hasta que se hizo poderoso” (Melajim II, capítulo 26, versículo 15).
Pero estos grandes logros lo llevaron a pretender tomar la corona del sacerdocio además de la corona real, como se menciona en el texto: “Mas siendo ya fuerte, se enalteció su corazón para destrucción (suya), pues prevaricó contra el Señor, su Dios, entrando en el templo del Señor para quemar incienso sobre el altar de incienso” (Divrei Haiamim II, capítulo 26, versículo 16). Los sacerdotes de Dios, encabezados por Azariá le advierten que no ose realizar una tarea destinada solamente a los Cohanim, Sacerdotes, pero Uziá se encapricha descaradamente en destruir lo sacro, como da cuenta el texto: “Entonces Uziahu se enfureció, teniendo en la mano el incensario para ofrecer el incienso. Y estando él así enfurecido contra los sacerdotes, le brotó la lepra en su frente... y le echaron de allí a toda prisa; también él mismo apresuróse a salir, por cuanto le había herido el Señor...Y el rey Uziahu fue leproso hasta el día de su muerte, y habitó en una enfermería de leprosos; por lo cual fue separado de la casa del Señor” (Divrei Haiamim II, capítulo 26, versículos 19-21).
Este trágico evento, aparentemente, dejó su impronta en la historia de Israel y según la tradición de los Sabios, en ese mismo momento se registró un fuerte terremoto que estremec ió los cimientos del Templo. El mismo, es mencionado explícitamente en el inicio del libro Amós (Amós, capítulo 1, versículo 1): “de lo que vio proféticamente respecto de Israel, en los días de Uziá, rey de Iehudá... dos años antes del terremoto”, y así también en la profecía de Zejariá alusiva a los días postreros (Zejariá, capítulo 14, versículo 5): “ huirán tal como huyeron a causa del terremoto en los días de Uziá, rey de Iehudá”. Según los Sabios, los ecos de la misma resuenan incluso en e capítulo de la designación de Yeshaiahu, quien en ese momento se halla en el Beit Hamikdash, el Gran Templo y escucha las voces rugientes: (Yeshaiahu, capítulo 6, versículo 4)” Y las jambas de los dinteles se conmovieron con la voz de los que clamaban, y la casa se llenó de humo”.
La lepra que brotó en la frente de Uziá asomó como castigo al orgullo (Ver también los conceptos de Avot deRabí Natán) y lo convirtió en una especie de “medio muerto”. Incluso el sitio en el cual se ocultó hasta el día de su muerte-“una enfermería de leprosos”, indica por su propio nombre paradójico que el leproso es tan importante como un muerto, exento de todo yugo, como figura en el libro Tehilim, Salmos, capítulo 88, versículo 6: “Estoy como los muertos que están libres, como los cuerpos que yacen en la tumba a los que tú ni recuerdas y que están cortados por tu mano”.
Editado por el equipo del sitio del Tanaj, extraído de la serie “Meat Min Haor”, de ediciones Beit El conjuntamente con el movimiento Orot.