Confesión

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¿Qué es una confesión? ¿Cuándo debe realizarse? (vs. 6-7) RAMBAM: Si una persona transgrede cualquier precepto de la Torá, sea uno positivo o una prohibición, intencionalmente o no, debe confesarse ante Dios cuando se arrepiente y regresa de su pecado, como dice el versículo: “Si un hombre o una mujer comete algún
pecado contra [otro] hombre... confesará el pecado cometido” (vs. 6-7), lo que se refiere a una confesión verbal. Este es un precepto positivo de la Torá...
Uno debe confesar con sus labios y decir verbalmente aquellas cosas que ha resuelto en su corazón. Una persona que se confiesa demanera verbal, pero en su corazón no ha decidido arrepentirse, se compara al que se sumerge en una mikvé mientras sostiene un shéretz [un reptil que provoca impureza ritual], pues la inmersión no será efectiva a menos que arroje el shéretz (Leyes de Teshuvá 1:1, 2:2-3).
SÉFER HAJINUJ: Mediante la confesión verbal del pecado, el pecador revela sus pensamientos y sentimientos, que cree genuinamente que todos sus actos son visibles a Dios y conocidos por Él, y que noactuará como si “el Ojo que ve” no ve. Además, al mencionar el pecado específicamente, se sentirá compungido y será más cuidadoso en otra ocasión para no tropezar nuevamente del mismo modo (Mitzvá 364).


Torat Menajem

LA MITZVÁ DE CONFESIÓN (V. 7)
Rambam escribe que el acto de confesión, que se desprende del v. 7, es “decir verbalmente aquellas cosas que ha resuelto en su corazón”.
De esto parecería que: a) La confesión no mejora concretamente el proceso de teshuvá (arrepentimiento), sino que es apenas una expresión verbal de la teshuvá que ya ha ocurrido internamente.
b) La confesión no tiene sentido sin una decisión interna previa de no volver a pecar — como escribe Rambam que “se compara al que se sumerge en una mikvé mientras sostiene un shéretz”.
Sin embargo, analizándolo más, podría argumentarse que ambas conclusiones, en verdad, son infundadas, y que la confesión sí a) mejora el proceso de teshuvá incluso después de que la persona se haya arrepentido totalmente, y b) cobra sentido incluso sin un arrepentimiento adecuado previo.

MEJORA DEL PROCESO DE TESHUVÁ
Incluso si la persona ha hecho una “teshuvá completa” en su corazón y decidió firmemente no volver a pecar jamás, la confesión verbal la llevará a un remordimiento aún mayor. Esto puede percibirse de las palabras de Séfer HaJinuj: “Al mencionar el pecado específicamente, se sentirá compungido y será más cuidadoso en otra ocasión para no tropezar nuevamente del mismo modo”.
Si bien Rambam no hace referencia a esta cualidad de la confesión aquí, en sus Leyes de Teshuvá, sí la insinúa en sus Leyes del Ayuno (5:1):
“Hay días en los que todo Israel ayuna a causa de las tragedias que ocurrieron entonces, para despertar los corazones, abriendo el camino a los senderos de teshuvá. Esto nos recuerda nuestras malas acciones y las de nuestros antepasados que eran como las nuestras hoy, que les provocaron, y a nosotros, estas tragedias. Al recordar estas cosas volveremos a ser buenos, como dice el versículo: ‘Confesarán sus pecados y los pecados de sus padres’ (Vaikrá 26:40)”.
Aquí vemos que recordar nuestros pecados ayuda de hecho a la persona a “volver a ser bueno”. En otras palabras, la confesión, en efecto, inspira a una mayor teshuvá.
LA CONFESIÓN INSINCERA
A simple vista, Rambam parece sostener que una confesión insincera carece totalmente de valor: “se compara al que se sumerge en una mikvé sosteniendo un shéretz”.
Sin embargo, analizándolo más detenidamente, su analogía trae a la luz que incluso una confesión insincera tiene algo de positivo. Para entenderlo, comparemos la elección de la expresión por parte de Rambam con la del Talmud: “¿A qué se compara esto? A una persona que sostiene un shéretz en la mano, pues aun si se sumergiera en todas las aguas del mundo, no estaría haciendo una inmersión válida” (Taanit 16a).
Una diferencia clave entre la frase redactada por Rambam y la del Talmud es que este último menciona la inmersión en una mikvé como una posibilidad teórica, mientras que Rambam la describe como algo que concretamente sucedió: el Talmud escribe: “si se sumergiera en todas las aguas del mundo”, pero Rambam enfatiza que estamos hablando de uno que concretamente “se sumerge en una mikvé”.
Con este cambio en la frase, Rambam indica que una confesión insincera sigue siendo esencialmente positiva, comparable a sumergirse realmente en una mikvé. El único problema es que como la persona se rehúsa aún a abandonar sus sendas pecaminosas, la confesión es ineficaz. Y este persistente apego del corazón de la persona al pecado se compara, por lo tanto, con sostener un shéretz al sumergirse, lo que invalida la inmersión.
¿Cómo se expresa esta cualidad positiva de una confesión insincera?
Es simplemente en virtud del hecho de que es de la naturaleza humana sentirse incómodo y avergonzado cuando uno verbaliza sus desaciertos, incluso si no planea cambiar sus hábitos. Y este incómodo sentimiento producido por la confesión es, en sí mismo, parte de la teshuvá.
En síntesis, la confesión es eficaz antes, durante, y después, del proceso de teshuvá:
a) Antes de que la persona ha resuelto dejar de pecar, la confesión insincera le ayuda a sentirse incómoda y avergonzada, iniciando el proceso de teshuvá.
b) Cuando la persona decidió sinceramente en su corazón no volver a pecar, la confesión hace que sus decisiones se expresen externamente.
c) La confesión es luego efectiva para inspirar a la persona a más remordimiento, y “y será más cuidadosa en otra ocasión para no tropezar nuevamente del mismo modo”.
(Basado en Likutéi Sijot, vol. 27, págs. 211-213).

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