Yehoshua le ordena a los Cohanim (Sacerdotes) que hagan sonar los Shofarot durante siete días y al pueblo le pide que no griten. Sólo en el séptimo día, tras las siete vueltas, él le permite al pueblo gritar ¿Cuál es el significado de la diferencia entre las clases de sonidos del Shofar y entre los diferentes momentos?
Parece ser que para evaluar la relación entre Tekiá y Teruá, debemos ver el episodio de las trompetas que figura en el capítulo 10 del libro Bamidbar.
Las trompetas eran utilizadas para diversas cuestiones como: el traslado del campamento, la reunión de toda la congregación, la salida a la guerra, y se las hacía sonar en el momento de elevar los sacrificios. ¿Acaso existe alguna reglamentación lógica en lo concerniente a las clases de sonidos en las distintas situaciones?
Aparentemente, el discernimiento básico es entre el sonido simple (Tekiá) que expresa la convergencia interior y la reunión, y el sonido entrecortado, quebrado (Teruá), que refleja la dispersión y la salida al exterior. Un sonido directo y simple ingresa en lo más profundo del alma, mientras que un sonido quebrado manifiesta lo que emana del alma hacia afuera.
Si nuestras palabras son sinceras, allí podremos comprender la división. Cuando convocamos a la reunión de la congregación o los dignatarios, deben tocarse las trompetas. Así también en el momento de elevar los sacrificios y en los días festivos, se deben tocar a fin de congregarse hacia el interior del alma, del hogar, a fin de apegarse a Dios, que es la esencia de la ofrenda y de la festividad.
A diferencia de ello, cuando se emprende viaje o se inicia una guerra se hacen sonar las trompetas ya que hay necesidad de dispersarse y salir fuera del campamento.
Si retornamos a nuestro tema, he aquí que puede decirse que durante siete días, Yehoshua quiso que el pueblo internalizara el hecho de que el pueblo de Israel tiene poder espiritual y eso es lo que vence. Debido a ello son necesarios los sonidos de la Tekiá que reflejan el acto de convergencia e internalización. Sólo en el séptimo día, que es el momento en el que debían salir a la guerra contra los habitantes de Ierijó, ordenó Yehoshua hacer sonar la Teruá como señal de dispersión de las fuerzas y que se vean manifestadas en la guerra.