Día del juicio

Día del juicio

Nos hallamos frente a la consumación de aquello que pacientemente iba preparándose. Iaakov y sus hijos abandonan Eretz Israel para dirigirse a Mitzraim donde ya se encontraba Iosef. 

Israel y sus hijos descienden a Egipto, es este el primer paso de la esclavitud y un eslabón más en el Galut judío. Ya desde el nacimiento de Itzjak la futura familia de Israel no encuentra apoyo para sus pies y debe deambular por la tierra prometida y sus alrededores. Más el descenso a Mitzraim es para Iaakov el fin de sus tribulaciones, pues es el encuentro con el que él daba ya por muerto, con Iosef.

 En otras oportunidades habíamos analizado detenidamente la idea de la "Providencia”, de la Hashgajá, y sobre uno de esos detalles nos llama la atención la cronología de las vidas de Iaakov y Iosef, comparándola con los otros datos de referencia que poseemos, podemos notar que Iaakov estuvo separado de sus padres 22 años. Si hacemos el mismo cálculo en Iosef, veremos que también él estuvo separado de sus padres 22 años (Rashi, Bereshit XXVIII, 9). Es decir la falta de Iaakov en la honra paterna. Su separación causó también la separación de su hijo. La Parashá Vaigash es empero el fin de la separación. Vaigash es el "acercamiento", y a pesar que su verdadero significado recae sobre el encuentro entre Yehuda y Iosef, es esta Parashá, la Parashá del acercamiento, del retorno, del encuentro entre padre e hijo que quizás no soñaban ya encontrarse nuevamente entre los vivos. Y sin embargo lo que ni siquiera fue esperanza, se cumplió.

Comienza la Parashá Vaigash con las sumamente interesantes palabras de Yehuda. Los hermanos habían vuelto por segunda vez a Egipto a conseguir alimentos para evitar el hambre, y a rescatar a Shimón que había quedado en poder de Iosef, el aún desconocido tirano de Egipto. Todo transcurre idílicamente. Un magno banquete de reconciliación les es ofrecido, y el principal agasajado es Biniamin, que con su sola presencia soluciona todos los conflictos. Los hermanos retornan a Canaan, más de pronto son detenidos por un enviado real que los acusa de robar una copa real que al parecer tenía propiedades mágicas (con ella explica Iosef sus conocimientos de la vida de los hermanos). La copa es al fin encontrada en la mochila de Biniamin, y este por decreto real, es convertido en esclavo egipcio. Inmediatamente retornan los hermanos a Egipto y es allí donde oímos las emotivas y duras palabras de Yehuda.

Veamos ante todo la reacción de los hermanos al enterarse la cruel acusación:

"Aquel de tus siervos en quien sea encontrado morirá, y también nosotros seremos esclavos de nuestro Señor" (XLIV, 9).

Los hijos de Israel habían traído de vuelta el dinero que tan misteriosamente había aparecido en sus mochilas y que tanto les había preocupado, y he aquí que los acusan de robo Están dispuestos a pagar con la vida y la esclavitud, tan insólita y absurda les parece tal acusación. Y al observar que la acusación se cumple, destrozan sus vestimentas y vuelven a la ciudad.

 Y así escuchamos las palabras de Yehuda.

"Y acercase a él Yehuda y le dijo:

"Ay Señor mío, te ruego que hable tu siervo una palabra en el oídos de mi señor, y no se encienda tu enojo contra tu siervo, pues que tu eres como Faraon" (XLIV 18).

Yehuda se dirige a Iosef con sumisión pero sin temor. Sus palabras con un detenido análisis  podrían hasta ser consideradas irreverentes y sus excusas parecen ser simples actos diplomáticos. El Midrash citado por Rashi, hasta nos dice que sus palabras eran de abierta rebeldía: "Como tú, como el Faraón". Yehuda se dirigía a Iosef convencido se hallaba ante un sadico que se complacía en sus desventuras y por ingeniosos medios los toma en su red.

Y Yehuda sigue su irreverente alocución: "Mi Señor preguntó a tus siervos, diciendo:

Te veis padre o hermano?

"Acaso tu hija buscábamos, o tu nuestra hermana?, agrega Rashi, mostrándonos la significación de las palabras de Yehuda. Éramos pacíficos peregrinos que descendieron a Egipto, para buscar lo necesario para su subsistencia, y he aquí que el omnipotente y desconocido Iosef, los acosa con sus preguntas sin sentido y sin porqué. Y los hermanos se ven obligados a traer a Biniamin a pesar de los reparos del padre, y he aquí que Biniamin es injustamente sentenciado.

Yehuda fue quien dijo a su padre:

"Si no te lo volviere, entonces yo seré culpable para mi padre todos los días”.

Y por ello Yehuda exige y suplica:

"Te ruego por tanto que quede ahora tu siervo por el mozo por siervo de mi señor, y que el mozo vaya con sus hermanos. Porque? cómo iré yo a mi padre sin el mozo?. No podré, por no ver el mal que sobrevendrá a mi padre" (XLIV 32 34) .

Estas son las sencillas pero emotivas palabras de Yehuda. Iosef no puede controlarse más y estallando en llanto se da a conocer a sus hermanos.

“Yo soy Iosef, vive aún mi padre? Y sus hermanos no pudieron responderle porque estaban tumbados delante de él (XLV, 3)

אבא כהן ברדלא אמר: "אוי לנו מיום הדין, אוי לנו מיום התוכחה. יוסף קטן שבשבטים היה ולא יכלו אחיו לעמוד בפני בתוכחתו, כשיבוא הקב"ה ויוכיח אחד ואחד מאיתנו אל אחת כמה וכמה"

El Midrash nos expone una magna idea basándose en el relato de los sucesos de Iosef, idea que se halla desarrollada por diversos exégetas (entre ellos el "NIBEI ZAHAV”).

En el Midrash, nos dice Rabí Aba, "Ay de nosotros en el día del juicio y de la reprensión. Iosef el pequeño de las tribus era, y no pudieron sus hermanos resistir su reprehensión y cuando el todopoderoso reprenda a cada individuo.

Este Midrash al parecer es muy simple ya sea en su forma y su contenido. Parece ser una comparación cuantitativa entre dos representaciones, dos castigos. Sin embargo el significado es más íntimo y por ende más elevado. Toda la significación del futuro espiritual se halla aquí concentrada.

En otro lugar nos dice el Talmud por boca de Resh Lakish (Rabí Shimon ben Lakish):

"En el mundo futuro no habrá infierno, más el Todopoderoso sacará al Sol de su funda. Los malvados serán con ella juzgados, y los justos con ella se curaran” (Nedarim VIII). La luz nos simboliza la verdad el sol la verdad superior, la última realidad. El sol sin embargo en este mundo, no es el Sol de la creación, se halla cubierto con la funda de la materia, se halla oculta tras valles y obstáculos que nos impiden verla realmente.

 El verdadero mundo espiritual no es como el infierno antropocéntrico de muchas religiones ingenuas e infantiles.

 La sola aparición de la Verdad Suprema será la realización del OLAM HABA. El mundo liberado de la materia el mundo del triunfo del espíritu, el OLAM HABA como los Jajamim nos lo legaron en el Talmud es el mundo de la verdad, el OLAM HAEMET, donde la sola verdad ya es la mayor recompensa posible para los justos y el mayor oprobio de los pecadores. Estos pensamientos deberían ser expuestos con mayores fundamentos, y serían la base para el desarrollo de toda una filosofía, pero el Midrash no trata de ocultarnos sus ideas, sino por el contrario, aun a pesar nuestro inculcárnoslas. Quizás sean estos principios incomprensibles parece decirnos el Midrash, más observad lo que ocurre a Iosef con sus hermanos. Los hermanos se hallan frente a un extraño tirano, frente a un sádico que se complace con su mal, y sin embargo no le temen. Ellos entrevén que todo no es más que una conjuración, quizás algo horrible y temible, pero Yehuda encuentra en si el valor y el poder suficiente para sobreponerse. Los hermanos, como nos muestra Rashí parecerían dispuestos a destruir al Egipto todo. Observemos por el contrario, unos instantes más tarde, cuando Iosef se les da a conocer y les revela la verdad. Solo unas pocas palabras les dice:

"Yo soy Iosef", y con ello los paraliza y los hace enmudecer.

El Yehuda que no teme acercarse a los reyes, Shimón y Levi que no atemorizan ante Shjem, los héroes máximos, las tribus de Israel se callan sin embargo ante la verdad, y sus sentimientos son ya imposibles de describir.

Existe un mundo material al que nuestros sentidos tienen acceso, existen premios y castigos sensibles, más existen también esencias que ni podemos describir, y difícilmente concebir. El mundo espiritual no puede ser descripto por nuestra débil terminología sensorial, y solo aquellos estados de espíritu máximo nos pueden llevar a la comprensión de lo que es el verdadero mundo espiritual.

La Torá, es la doctrina y la enseñanza del espíritu, y por la senda del espíritu, senda difícil pero segura, es que trata de encaminar al pueblo su portador. La Torá es la senda del espíritu.

 

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