Donación y deber

Donación y deber

El Tabernáculo fue construido en base a aportes generosos y aportes obligatorios. El doble carácter de los aportes expresa el doble carácter que debe tener el vínculo del judío con el Creador del mundo.

El Tabernáculo, la casa de Dios, fue construido  con el dinero de los hijos de Israel. Rashi, en el inicio del capítulo alude a dos clases de aportes destinados para su construcción: aportes obligatorios, en los cuales cada uno recibió la orden de abonar una suma fija, y el aporte generoso, que cada uno daba a voluntad. De hecho, esta ambivalencia ya figura en el mismo versículo: por un lado “y que separen en Mi Nombre ofrenda” (Versículo 2),  un lenguaje coercitivo y obligatorio, y por otra parte- “De todo hombre, a quien voluntariosamente mueva su corazón” (Versículo 2), un lenguaje voluntario y generoso.

El carácter doble de los aportes expresa el doble carácter que debe tener el vínculo del judío con el Creador del mundo. Por un lado, tenemos claro que es imprescindible la “donación”: la iniciativa personal, que sale del corazón, que expresa el carácter singular de cada uno. Tú inviertes más en una buena acción, y yo en el estudio de la Torá; tú dedicas más tiempo al recitado de Tehilim (Salmos), y ella prefiere estudiar Mishná. Dentro del ámbito de la fe, hay un amplio espacio para la iniciativa personal, y cada uno debe encontrar la singular vía de su fe particular.

Por el otro lado, el deber también tiene un valor importante. Volvamos a los hijos de Israel: si sólo hubieran aportes donativos, habrían muchos que donarían de todo corazón; pero se puede sospechar de que también habría no pocos que se abstendrían, y no realizarían ninguna donación. Dios se podía arreglar, y el Tabernáculo hubiera sido construido de todos modos; ¿pero qué hubiera sido de estas personas? Se hubieran quedado sin tener una parcela, una parte en la casa de Dios. El entusiasmo y el fuego interior a veces asoman y otras no; el deber permanente se ocupa de que el hombre siempre permanezca en un marco religioso y espiritual, sin relación alguna con sus cambiantes estados de ánimo.

Si no nos hubieran impuesto la obligación de la plegaria establecida tres veces por día, seguramente a veces habríamos rezado por propia voluntad; pero en reiteradas ocasiones no hubiéramos rezado del todo. ¿Cuántas noches hubiéramos tenido la fuerza emocional de anticipar media hora el reloj despertador para levantarnos y asistir a la plegaria no obligatoria? Y una pregunta más compleja aún: ¿Cuántas mañanas nos hubiéramos levantado para esa plegaria, sin tentarnos a patear el reloj despertador? Es por ello que fue estipulada en la Halajá la obligación de la plegaria, que no está condicionada al estado de ánimo o al entusiasmo emocional. Por supuesto, esto es sólo lo mínimo a nivel religioso: y dentro de la plegaria cada uno debe invertir su singular personalidad y su fe personal.

La vivencia religiosa debe ser construida sobre bases sólidas de un fuerte compromiso.

Editado por el equipo del sitio del Tanaj del libro "Perashot" publicado por "Maaliot"

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