En su profecía, Yeshaiahu sale en contra de la religiosidad que atrae hacia la tristeza y aclara que el ideal no es el ayuno y la tristeza, sino la acción y la alegría.
Se dice que la gente quiere ser feliz, pero a menudo nos dirigimos (o somos arrastrados) hacia estados de tristeza y depresión. Muchas religiones, desde el comienzo de la historia hasta nuestros días, se estructuran sobre profundidades de tristeza, con ayunos y sufrimientos en el centro de su existencia. En el mundo de los cinco libros de la Torá, los ayunos y sufrimientos ocupan un lugar marginal y no están en el centro de la vida del creyente, al igual que en los primeros libros proféticos.
Al llegar a los libros del Segundo Beit HaMikdash, el Segundo Gran Templo, la vida religiosa adquiere nuevos matices y los ayunos toman un lugar central en la vida del creyente. Ezrá ayuna en su camino a la tierra, y cuando llega al Templo, ayuna nuevamente. Daniel ayuna, y en el libro de Nejemía hay una historia sobre un gran ayuno después de la peregrinación. En todos los casos, el ayuno va acompañado de oraciones, donde la palabra clave es “Vidui”, “confesión”-“El día veinticuatro de este mes se congregaron los hijos de Israel en ayuno, vestidos de harapos y con polvo sobre sí. Y los descendientes de Israel se separaron de todos los extranjeros, y se pusieron en pie, confesando sus pecados y las iniquidades de sus padres... y otra cuarta parte confesaron y se postraron ante el Eterno su Dios” (Nejemiá, capítulo 9, versículos 1-3), una profunda sensación de pecado y de justificación del juicio acompaña las plegarias del ayuno-“Mas Tú eres justo en todo lo que nos ha sobrevenido, porque Tú has obrado con verdad, pero nosotros obramos perversamente” (Nejemiá, capítulo 9, versículo 33). La plegaria de Daniel, también está acompañada por sensaciones de culpa y pecado-“Oré, pues, al Señor, mi Dios, e hice confesión, diciendo: ¡Ay! yo Te ruego, ¡oh Señor, Dios grande y temible, guardador del pacto y de la misericordia para con los que Le aman y guardan Sus mandamientos! nosotros hemos pecado y hemos cometido iniquidad, y hemos hecho maldad” (Daniel, capítulo 9, versículos 4-5).
No es necesario ser un psicólogo profundo para notar que el trauma de la destrucción creó una religiosidad centrada en el auto-tormento y la auto-flagelación. Los sentimientos de culpa y auto-flagelación no son simples y conllevan peligro, y conocemos fenómenos donde la religión llevó a sus creyentes a una posición mental profunda de auto-flagelación sin fin. Tales fenómenos pueden explicar el trasfondo de la profecía en Yeshaiahu en el capítulo 58. Contra la religiosidad que atrae hacia la tristeza, el profeta que vivió en la época del Segundo Beit HaMikdash, el Segundo Gran Templo llama a realizar acciones que traigan justicia social y no enfocarse en costumbres de dolor.
“¿Acaso como éste ha de ser el ayuno que Yo escojo, día en que aflija el hombre su alma? ¿Es por ventura traer encorvada su cabeza como junco, y que extienda saco y ceniza (debajo de sí)? ¿A esto llamarán ayuno, día agradable al Señor? ¿No es más bien éste el ayuno que Yo escojo: soltar las ligaduras de maldad, desatar las coyundas del yugo, y enviar libres a los oprimidos, y que rompan todo yugo? ¿No lo es el partir tu pan al hambriento...”(versículos 5-7).
El capítulo termina con el precepto del Shabat - "Si apartares tu pie del Shabat, sin hacer tus quehaceres en Mi día santo, y llamarás al Shabat "delicia", al (día) santo del Señor "honorable"; y le hicieres honra, no haciendo tus negocios, ni hallando en él tu propio placer, ni hablando palabras ociosas; entonces te deleitarás en el Señor..." (versículos 13-14). El Shabat es una alternativa religiosa al ayuno - no tristeza, sino un día de descanso que permitirá al siervo y a la sierva descansar.
Una profecía similar leemos en Zejariá, quien también profetizó en la época del Segundo Beit HaMikdash, el Segundo Gran Templo. A Zejariá le consultaron sobre la anulación de los ayunos con la construcción del Templo: "Cuando ayunaban y se lamentaban en el quinto y el séptimo mes durante estos setenta años, ¿Acaso tiene que ver conmigo el ayuno?... Juicio verdadero juzguen, y misericordia y compasión practiquen cada uno con su hermano; no opriman a la viuda, al huérfano, al extranjero, ni al pobre..." (Zejariá, capítulo 7, versículos 5-9). "El ayuno del cuarto mes, el ayuno del quinto... serán para la casa de Iehudá en gozo, regocijos y fiestas alegres" (capítulo 8, versículo 19).
El ideal no es el ayuno y la tristeza, sino la acción y la alegría. Parece que este es también el secreto del Tratado de Taanit. El Tratado de Taanit aborda los ayunos, pero la última Mishná del Tratado trata sobre la alegría - "No hubo días más felices para Israel como el quince de Av y Yom Kipur... y las hijas de Ierushalaim salían a danzar en las viñas".
Que con la ayuda de Dios tengamos el mérito de hacer buenas acciones, con alegría y satisfacción, sin tristeza ni dolor.
Cortesía sitio 929.