Yeshaiahu reprende a la alta sociedad, en la cual, el placer es el propósito de todo y a partir de allí la misma está afectada por una corrupción ética y social. Yeshaiahu endilga la responsabilidad al liderazgo y lo ve como el responsable de la situación del pueblo.
La profecía de nuestro capítulo constituye un enérgico ataque de Yeshaiahu a la alta sociedad de su época a raíz del hedonismo, el egocentrismo y su falta de responsabilidad social. Todo el propósito de su vida es el placer; el vino, la embriaguez, el aceite perfumado y la noche, que son el sabor de la vida, y todo gira en torno a ello. La corona, la señal distintiva de sus logros personales, por la que se caracterizan es el orgullo y la embriaguez, y la flor que llevan como su gloria es una flor marchita, o sea, un placer momentáneo y pasajero. En una frase, se trata de una sociedad hedonista cuya preocupación exclusiva es maximizar el placer de este mundo, con toda la corrupción moral y social que esto conlleva. La embriaguez, el orgullo, el vino, el aceite perfumado y la bebida fuerte caracterizan su mundo existencial y esas son sus aspiraciones.
Los profetas, y entre ellos Yeshaiahu, lucharon ferozmente contra estos fenómenos, viéndolos como un veneno espiritual y moral. Si el placer domina al hombre en lugar de que el hombre controle el placer, si la Coca-Cola es el sabor de la vida, entonces el hombre descenderá de su nivel espiritual y corromperá su camino. En nuestro capítulo, como en otros lugares, Yeshaiahu se esfuerza por enfatizar la temporalidad y la insignificancia del placer momentáneo (“y la caduca flor de su hermosura gloriosa... vendrá a ser como la breva, antes de la cosecha, que cuando alguien la ve, apenas la tiene en su mano, la traga”-versículo 4) y su fealdad (“Porque todas las mesas están llenas de vómito asqueroso, sin que haya lugar (limpio)” - versículo 8).
Además, el profeta acusa principalmente al liderazgo por la situación corrupta que se ha creado (“el sacerdote y el profeta se aturdieron a causa del licor fermentado; se atontaron por el vino, se extraviaron por el licor fermentado; yerran en visión, tropiezan en juicio”- versículo 7). Este no es el primer lugar donde Yeshaiahu pone la culpa en el liderazgo y los ve como responsables de la situación del pueblo, y esto puede verse como una línea guía entretejida a lo largo de los reproches de los profetas a Israel. El liderazgo, y no el hombre común, es el principal culpable de la difícil realidad espiritual.
Además de su culpa por la condición de los borrachos libertinos, también se ha creado una realidad de vacío espiritual, porque el liderazgo ha descuidado su papel y no proporciona la guía espiritual necesaria. No hay nadie que enseñe, guíe y dirija al pueblo, e incluso los niños pequeños y principiantes no reciben la educación que merecen: “¿A quién (dicen ellos) quiere (éste) enseñar la ciencia? ¿Y a quién quiere hacer entender el mensaje? ¿A los destetados de la leche? ¿A los recién quitados de los pechos?” (versículo 9).
Editado por el equipo del sitio del Tanaj
Cortesía sitio VBM de la Academia Rabínica Har Etzion