Hasta el propio Shmuel, el profeta de D-s, debe aprender el mensaje de que la mirada humana es reducida y no es lo suficientemente interior y auténtica, y por consiguiente hay que actuar acorde al mandato de D-s.
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La queja expresada por D-s a Shmuel: “¿Hasta cuándo te lamentarás por Shaúl? (Versículo 1), no fue sobre el duelo, sino por la pasividad que le provocaba a Shmuel. De hecho, Shmuel ya sabía que Shaúl culminó su reinado, y que el rey asignado, ya fue elegido. De todos modos, era esperable que el profeta promoviera medidas a fin de resolver la situación problemática, en la cual, no hay un rey en Israel. Shmuel podía, por ejemplo, congregar nuevamente al pueblo y elegir al rey por sorteo, como fuera realizado en la coronación pública de Shaúl. Pero Shmuel continúa con su duelo, como quien se niega a aceptar el decreto, y no actúa en pos de encontrar un sucesor para Shaúl, que lo aleje totalmente del cargo. Por eso D-s lo reprende a Shmuel: ¿Cómo puede ser? ¿Será posible que las sensaciones humanas se impongan al pensamiento de D-s? ¿Sigues guardando duelo por Shaúl y no quieres hallarle un sucesor, en momentos que sabes que “lo he desechado” (Versículo 1). Por lo tanto, “te enviaré a Ishai, de Beth Lejem, porque de entre sus hijos he visto un rey para Mí” (Versículo 1)”para Mí” y no “para él”, ya que la elección del rey es determinada solamente por la mirada de D-s.
No es casual que Shmuel incrementa su duelo. Intenta abstraerse del cargo: “¿Cómo habré de ir? Cuando Shaul lo sepa, me matará” (Versículo 2). Shmuel sabe que no está expuesto a ningún peligro con Shaúl, “pero esto sin duda le impedía ir” (Abarvanel). Por otra parte, D-s le responde con la misma moneda y rechaza su evasión: “Toma contigo una novilla” (Versículo 2).
De aquí en más asoman dos elementos: uno-la unción de David, y el segundo, la demostración a Shmuel de que los pensamientos humanos no deben rechazar el mandato de D-s. En primer término, parece que Shmuel aún no ha internalizado el mensaje: cuando Shmuel ve a Eliav, no aguarda escuchar la palabra de D-s, sino que decide a su criterio, a partir de consideraciones humanas, que el que está delante suyo es el enviado de D-s. Y aquí aparece la idea central del episodio: “pues el hombre mira los ojos (la apariencia exterior), pero el Señor mira el corazón” (Versículo 7), un ser humano sólo se puede impresionar por lo que está a la vista, que no necesariamente da cuenta del carácter interior de la persona que está observando.
Editado por el equipo del sitio del Tanaj
Gentileza sitio VBM de la Academia Rabínica “Har Etzion”