La brecha entre Guidón y Abimelej nos demuestra el poder del carisma-su capacidad para construir y para destruir.
“Entonces subió Abimelej al monte Tzalmón, él y toda la gente que con él estaba; y tomó Abimelej un hacha en su mano, y cortó una rama de los árboles, y levantándola la puso sobre sus hombros, diciendo al pueblo que estaba con él: Lo que han visto que hice, hagan ustedes; ¡rápido, hagan como yo. Y así todo el pueblo cortó también cada uno su rama, y siguieron a Abimelej, y las pusieron junto a la fortaleza, y prendieron fuego con ellas a la fortaleza: de modo que todos los de la torre de Shejem murieron, como unos mil hombres y mujeres” (Capítulos 47-48). Abimelej era un líder carismático, un hombre que arrastra con su aliento a combatientes y civiles, un líder militar que va a la cabeza de sus combatientes, que asume el riesgo, él mismo entra en contacto directo con el enemigo e incluso lo paga eventualmente con su vida.
Abimelej tenía un buen maestro que lo dotó con esas cualidades.
Guidón su padre, lideró 300 combatientes hacia una victoria contundente sobre el ejército de Midián, mientras que realiza el siguiente llamamiento: “Mírenme a mí, y hagan como yo hiciere” (Capítulo 7, versículo 17).
La brecha entre los dos líderes carismáticos, los valientes combatientes, los inteligentes y amados, nos demuestra hasta qué punto dichas cualidades pueden ser peligrosas.
Guidón utiliza esas cualidades a fin de liberar al pueblo de Israel del yugo de Midián, quienes sometieron a Israel y los maltrataron, y cuando le propusieron consolidar su liderazgo-él lo rechaza.
Abimelej aprovecha dichas cualidades para asesinar a hombres y mujeres, cuando todo su objetivo es-liderar.
El siglo XX expuso a la humanidad a una serie de líderes carismáticos a nivel mundial. Algunos de ellos, construyeron estados, liberaron pueblos y naciones del sometimiento, desarrollaron el mundo y lo condujeron hacia logros inéditos.
Pero parte de ellos le han hecho daño a pueblos y naciones, arrastraron al mundo a guerras innecesarias, y en casos extremos también hemos visto líderes carismáticos que han provocado el holocausto a nuestro pueblo y asesinaron seis millones de hombres, mujeres y niños, con un nivel de crueldad nunca visto en el mundo.
¿Acaso ellos no eran personas? ¿Acaso estaban locos? ¿Eran animales?
Al parecer, no-eran personas que eligieron el mal. Personas que utilizaron el carisma y su capacidad de liderazgo con fines asesinos.
En estos días me encuentro junto a alumnos de quinto año de la escuela Amit-Dvir de Beit Shemesh realizando un viaje en Polonia.
En Lublin y Lizhensk hemos visto la capacidad de las personas para elegir el bien.
En Auschwitz, en el bosque de los niños y en Majdanek vimos la capacidad de las personas para elegir lo peor.
Nos hemos juramentado a elegir el bien.
Gentileza del sitio 929