Estamos acostumbrados a pensar que el precepto de bendecir al pueblo de Israel es un mandamiento privativo de los Cohanim (Sacerdotes). No obstante, parece que también todo el pueblo de Israel tiene el precepto de recibir la bendición de los Cohanim, a partir de la comprensión de que Dios es la fuente de la bendición.
Que los Cohanim bendigan al pueblo de Israel, es un precepto positivo de la Torá. En el libro de Jaredim (12, 18) figura una innovación importante, y es que no sólo los Cohanim cumplen con su bendición, un precepto de la Torá, sino que también todos los integrantes del pueblo de Israel que están ante ellos en silencio y compenetrados, y responden Amén tras la bendición de los Cohanim, son socios en el cumplimiento de este mandamiento de la Torá.
Con la bendición de los Cohanim aprendemos a prestar atención a un hecho fundamental, que es Dios el que nos otorga la bendición, y nuestra presencia diaria en el momento de la bendición de los Cohanim, arraiga en nuestro seno la fe.
Cuanto más seamos conscientes del hecho de que es Dios el que bendice a su pueblo Israel con amor, así estaremos más abiertos y dispuestos a recibir la bendición. El libre albedrío es el fundamento del mundo, y por consiguiente, la bendición que Dios nos concede está relacionada con nuestro esfuerzo. O como es expresado en el lenguaje de la Kabalá: “a partir del despertar de nuestro deseo para recibir la bendición, surge la voluntad y el deseo de Dios para influir sobre el pueblo de Israel con su bendición”. A través del cumplimiento del precepto de la bendición de los Sacerdotes, el pueblo de Israel manifiesta su voluntad y deseo de recibir la bendición Divina.
Editado por el equipo del sitio del Tanaj y Maor Horowitz, Academia Rabínica "Har Brajá".