Desde todos los aspectos, Hebrón era digna, por todas sus cualidades, de ser una ciudad real. Y a ella asciende David, según el relato, para reinar en Iehudá. No obstante, al convertirse David en el rey de todo Israel abandona Hebrón y se dirige a conquistar Ierushalaim.
Hebrón es una de las principales ciudades de Iehudá. Su gran importancia estratégica surge a partir de su ubicación en el corazón de los montes de Iehudá, en el cruce de caminos central del sur de Israel. Es una ciudad antigua, como lo testimonia el texto: “fue construida siete años antes que Tzoan, en Egipto” (Bamidbar, capítulo 13, versículo 22). Sus ruinas son antiguas y entre ellas se encontró también, como lo cita el texto, una muralla de piedras gigantes antigua e impactante. Hebrón es la ciudad de los gigantes, el terror de Israel. Entre todos los espías, Caleb llego a Hebrón para rezar en ella, y hereda heroicamente la ciudad de los gigantes. Al ser considerado un ejemplo para las generaciones, logra asentarse en Hebrón y le transmite su espíritu para la inspiración de las generaciones venideras.
Hebrón es la ciudad de los patriarcas, el lugar de residencia de Abraham. Allí fue circuncidado y de allí sale para perseguir a los cuatro reyes. En Hebrón, se registró la primera adquisición de tierra en Israel, la cueva de los patriarcas y todo el campo a su alrededor.
Hebrón es también una de las ciudades de refugio. El Rabino Abraham Itzjak HaCohen Kuk, lo explica: “Junto al sentimiento del fortalecimiento y la entrega, que emana de la esencia de Hebrón, un sentimiento que aflora en el acto heroico y valiente de Caleb, genera en nosotros el sentimiento de la responsabilidad y la preocupación por cada judío, hasta por aquel que mato de forma accidental”. (Escritos del Rabino Abraham Itzjak HaCohen Kuk, parte II, página 462)
Desde todos los aspectos, Hebrón era digna, por todas sus cualidades, de ser la ciudad del reino. Y a ella asciende David, según el relato, para reinar en Iehudá. Así, se habrá de liberar del padrinazgo filisteo y reinara abiertamente. Siete años y seis meses, reina David en Hebrón (Melajim II, capítulo 5, versículo 5). Allí construye su hogar, allí nacen sus hijos, y a ella llegan todos los miembros de Israel para coronarlo.
Pero Hebrón sigue siendo una capital tribal, distante geográfica y mentalmente del resto de las tribus de Israel, y al convertirse David en el rey de todo Israel, abandona Hebrón y se dirige a conquistar Ierushalaim.
Editado por el equipo del sitio del Tanaj, del libro “Oz Melej-Iyunim beSefer Shmuel”, de Ediciones “Midreshet HaGolán”