El mandamiento de cubrir los elementos del santuario nos enseña que una aproximación desmedida al santuario no es menos peligrosa que el distanciamiento del mismo. El hombre debe mantener un delicado equilibrio entre ambos extremos.
Nuestro capítulo aborda el servicio de los hijos de Kehat, Merarí y Guershón los Leviim en el desarmado del Mishkán (Tabernáculo) y al portarlo para emprender la travesía, y en el armado del Mishkán cuando llegue el momento de acampar. Una de las tareas destacadas en la descripción que figura en el inicio del capítulo es la de la cobertura. “Y se allegará Aharón y sus hijos al desplazarse el campamento y desarmarán el velo de la cortina y recubrirán con él, el Arca del Testimonio y pondrán por sobre ella una cobertura de piel de Tájash, y extenderán un ropaje todo de púrpura violácea encima…y sobre la mesa de Proposición extenderán un ropaje de púrpura violácea…y extenderán sobre ellos un ropaje carmesí y lo recubrirán con una cobertura de piel de Tájash…y recubrirán el candelabro del encendido… “(Versículos 5-9) y así sucesivamente…extienden y cubren, extienden y cubren.
¿Cuál es el sentido de dichas coberturas? El versículo 15 nos señala: " y cuando haya concluído Aharón y sus hijos de recubrir el Santuario y todos los enseres sacros -al desplazarse el campamento- después de esto, se allegarán los hijos de Kehat para transportar. Más no habrán de tocar lo sacro, para que no mueran" Es decir, la cobertura tiene la función de alejar el contacto directo de los hijos de Kehat con los enseres sacros. Porque lo sacro mata.
Esta perspicacia nos recuerda el trágico episodio de Uza en el libro Shmuel II, capítulo 6. David solicita que se traslade el Arca de Dios que se hallaba en la casa de Avinadav, desde que fue recuperado tras haber estado en manos de los pelishtim (filisteos), a Ierushalaim. El traslado del Arca de la casa de Avinadav a Ierushalaim se lleva a cabo en el marco de un gran evento. Avinadav envía a dos de sus hijos para trasladar la carreta sobre la cual se hallaba el Arca-Ajió y Uza. En el trayecto, Uza ve que el Arca se bambolea y está a punto de caer, por lo cual él sostiene el Arca con su mano y como corresponde, lo vuelve a colocar en su lugar. “ Uza extendió la mano hacia el arca de Dios, y la sostuvo porque los bueyes casi la volcaron. Y se encendió la ira de Dios contra Uza, y Dios lo hirió allí por su irreverencia…y allí murió” (Shmuel II, capítulo 6, versículos 6-7), y a continuación leemos: “Entonces David se enojó porque Dios había estallado en ira contra Uza” (Shmuel II, capítulo 6, versículo 8). Y nosotros nos sumamos a su enojo y nos preguntamos ¿cómo es posible? Si Uza quiso salvar el Arca que casi era derribado por las bestias?
El texto bíblico nos enseña que Santo es el apartado, el diferenciado. Y tal como existe un peligro en el hecho de distanciarse del santuario, también un acercamiento desmedido al santuario es peligroso. Por consiguiente, el secreto de la vida humana reside en un delicado equilibrio entre la aproximación y el alejamiento, entre el deseo de tocarlo y la conciencia de la santidad que requiere de un distanciamiento, una cobertura y una diferenciación.
Me parece que esto es correcto no sólo en relación al Arca del Testimonio sino también en función del estado espiritual del creyente. Sumirse en la santidad sin discernir entre lo humano y lo Divino, puede llegar a transformarse en una fuente de peligro, no menos que la vida vacía que no tiene siquiera un ápice de espiritualidad.
Gentileza del sitio 929.