El evento en el Monte Carmel es paralelo al registrado en el Monte Sinai. Abordaremos algunos de los puntos de contacto entre ellos, lo semejante y lo diferente, y las derivaciones que se infieren de ello.
El evento del Monte Carmel es análogo al evento en el Monte Sinai: en ambos episodios se acordó un pacto renovado entre Dios y el pueblo. En el Carmel, el pueblo volvió a recibir la Torá, pero en un cambio de roles: en el Sinai, la Torá fue entregada del Cielo, Moshé se la trajo al pueblo desde arriba, mientras que aquí se le concedió al pueblo el libre albedrío, a fin de recibir la Torá por propia voluntad.
A pesar de que en el Sinai también hubo una apelación al pueblo antes del evento, y el mismo recibió la Torá por propia voluntad de un modo completo y maravilloso y dijo “Haremos y escucharemos”, la elección allí fue limitada. El pueblo tenía derecho a elegir si recibía o no la Torá, pero no tenía otra alternativa, ni posibilidad alguna de practicar la idolatría.
Por esta razón, dijeron los Sabios, en alusión al evento del Monte Sinai “Dios les impuso una montaña como una tina”. Es decir, la entrega de la Torá a Israel era un imperativo incondicional. A Israel se le dio la opción de elegir, sólo a fin de expresar su voluntad de ser socios activos en este proceso Divino.
A diferencia de ello, aquí en el Carmel, la elección fue completa: el profeta contrapuso las opciones-Dios o el Baal, presentó las posturas de un modo totalmente equilibrado y equitativo, e incluso precedió a los profetas del Baal.
Se observa entonces que el evento del Monte Carmel fue dedicado a la manifestación de la voluntad del pueblo. La generación que se alejó y pecó, retornó y se acercó y recibió por propia voluntad lo juramentado en el evento del Monte Sinai. Aquí, el nombre de Dios no fue santificado por los Tzadikim, los Justos, sino en boca de los malvados que vacilaron entre las dos opciones.
Editado por el equipo del sitio del Tanaj, extraído del libro “Mikdash Melej-Iyunim beSefer Melajim”, de ediciones Midreshet HaGolán.