Ierijó fue el comienzo de la conquista de la tierra por parte del pueblo de Israel, por ello no fue una conquista más, sino un hecho que definió el carácter de toda la conquista de la tierra.
Ierijó fue el comienzo de la conquista de la tierra por parte del pueblo de Israel, por lo cual no fue una conquista más, sino un hecho que definió el carácter de la conquista de toda la tierra. Por consiguiente, se llevó a cabo de un modo milagroso singular y ritual encabezado por el comandante del ejército del Eterno. No hubo operaciones de combate aquí, sino que el Arca iba a la cabeza del pueblo al rodear la ciudad y los Cohanim hicieron sonar los Shofarot. Este modelo de guerra de Dios, puso de manifiesto la ventaja del espíritu que existe en los ejércitos de Dios.
Ierijó también fue el principio de la destrucción y quedó considerada como un patrimonio importante. La Torá no ordenó destruir el patrimonio de los Kenaanim, y su devastación vino por iniciativa de Yehoshua que pidió adjudicar al cielo la primera conquista y destacar su carácter milagroso.
La destrucción fue un símbolo a través del cual Yehoshua elevó la conquista toda, la asoció en forma directa a la mano de Dios y le concedió una dimensión de santidad. La prohibición de tomar botín de la primera guerra dejó en claro que no se trata de una guerra egocéntrica, y la causa de la conquista no es la codicia por la tierra, la riqueza y el botín, sino que todo fue hecho en aras del cielo y todo fue entregado al cielo, del cual se benefició el pueblo en su heredad.
Hay dos guerras en el Tanaj que tienen veredicto de destrucción: Ierijó fue destruida por orden de Yehoshua y Shmuel ordenó la destrucción de los bienes de Amalek (Shmuel I, capítulo 15, Tanjuma Vaieji 8). Los dos mandamientos no fueron explicitados por la Torá sino que fueron imperativos de la hora. Pero las dos instrucciones excepcionales que deberían haber elevado al pueblo, provocaron finalmente su caída, y a raíz de ellos pecaron también Aján y Shaúl. Este tipo de devastación impone la completa anulación del hombre ante su Creador, que no cualquiera puede llegar a ello.
Editado por el equipo del sitio del Tanaj del libro "Oz vaAnavá, Yiunim beYehoshua Shoftim" publicado por "Midreshet haGolán".