Los tristes y gratos recuerdos que surgen ante nosotros ante las palabras de Moshé se interrumpen un instante para dejarnos ver en lugar del conductor al legislador, el hombre que entrega a su pueblo las sacras leyes de la Torá, y la primera de las prescripciones de esta Parashá es la de "SHOFTIM”, es decir jueces:
"Jueces y alcaldes te pondrás en todas las ciudades que el Señor tu Ds’, te dará en tus tribus, las cuales juzgarán al pueblo con justo juicio. No tengas el derecho, no reconozcas personas, ni tomes soborno porque el soborno ciega los ojos de los sabios y pervierte las palabras de los justos.
"Justicia, justicia buscarás, para que vivas y heredes la tierra que el Señor tu Ds’ te da" (Debarim XVI, 18-20).
Las más elevadas concepciones se hallan acá presentes, nos hallamos frente a exigencias pero no exigencias de opresión o de misericordia, por lo contrario, lo que aquí se exige es únicamente la justicia, la justicia sobre todo. Y la sociedad es responsable por el cumplimiento de esta exigencia, y por ello debe dar cumplimiento a esta magna Mitzva: la de nombrar jueces y alcaldes: SHOFTIM Y SHOTRIM. Los SHOFTIM eran los encargados de administrar la justicia y resolver todos los problemas a presentarse, mientras que los SHOTRIM tenían a su cargo el poder de policía, es decir el de hacer cumplir prácticamente las órdenes y disposiciones del poder judicial. Este precepto no solamente nos indica su significado exterior, su valor práctico, sino nos muestra su sentido Interior, el alto valor y significado de la vida humana y de la vida de la sociedad. Un hecho interesante lo vemos en el "juramento judicial". Uno de los "diez mandamientos", el tercero nos proscribe utilizar el nombre de Ds’ en vano, pues su nombre representa la Santidad y Elevación. Sin embargo vemos por otra parte que en los procesos judiciales aún cuando se trata de un juicio por valor de centavos se indica y ordena el juramento.
El SEFER JINUJ codificador del derecho hebreo se detiene con justicia sobre este hecho. Que significado puede tener una cuestión de monedas ante el magno hecho y la alta responsabilidad que significa jurar por el Sacro Nombre? De aquí deduce el citado exegeta una importante conclusión. El problema no se refiere solamente en un caso de monedas sino aun a un caso de millones. No se trata de una cuestión de cantidad, sino de calidad. Y ciertamente ninguna consideración de carácter monetaria puede influir sobre un principio religioso moral de tal trascendencia. El juramento no está destinado a resolver una cuestión monetaria, sino a restaurar y restablecer la justicia, y por ello está presente Su Sacro Nombre. Lo que no pueden hacer los problemas monetarios de mayor envergadura, lo puede sin embargo realizar la mínima cuestión de justicia, pues el principio máximo es:
JUSTICIA, JUSTICIA BUSCARÁS
Y así vemos la exigencia hecha al pueblo de nombrarse jueces y alcaldes. El mismo pueblo, la misma sociedad es responsable de lo que en ella ocurra. Quizás haya leyes de evolución histórica, quizás influyan leyes de carácter político, económico, social o psicológico sobre la sociedad y sus distintos aspectos y problemas, pero siempre está en manos de ella realizar la justicia y la moral si así se lo propone. Tal es el verdadero sentido de esta Mitzva:
"magistrados y Alcaldes te pondrás...Y juzgarán al pueblo con justicia". La justicia no depende solamente de los magistrados, ni de otras condiciones. Los jueces sólo reflejan las condiciones de su tiempo e "Iftaj en su generación cuál Shmuel en la suya, cada generación se crea su propia justicia y su propio destino, y ello es lo que nos ordena la Torá. Si realmente deseas la Justicia, Jueces y Magistrados te pondrás."
Y estas palabras parecerían dirigidas a los nobles y grandes del pueblo, a los que realmente nombran y eligen los magistrados. Estas palabras están dirigidas a los distintos poderes de toda nación constituida. "Jueces y Alcaldes te pondrás,..Y juzgaran con justicia”. La condición para que la justicia impere es que también tú, que la eliges y dispones, y nombras, tú también la respetes. Nadie puede escapar de la justicia según la Tora, ni el Rey ni el sumo Sacerdote, nadie es inmune y nadie está ante ellas protegido o a salvo, y la misma justicia que aparece con los ojos vendados posee mil y un ojos que sacudirán todos los rincones para extirpar el mal y que sobre todos tiene poder.
Los Sabios Moralistas JOJMEI-HAMUSAR ven aquí además una indicación al mismo hombre;
“SHOFTIM VE SHOTRIM TITEN LEJA" le ha sido dicho a cada uno en particular y si cada hombre es admirable juez de los demás, la Torá le recuerda que debe serlo ante todo de sí mismo.
El juez debe comenzar por auto-analizarse cada hombre debe pues ser el juez de sus propias acciones y elegir el camino que lo lleve a remediar las faltas y errores cometidos.
Nos habla luego la Torá de las condiciones de la Justicia, No torcer lo justo es la exigencia mínima, pero a ella siguen más. "No reconocerás rostros". No habrá ante ti preferencias de ninguna clase en el juicio. El gran exegeta RASHI nos detiene y agrega:
La prescripción no se refiere solamente en lo que respecta al juicio en sí, sino aun a las deliberaciones. Esta es una indicación al Juez para que no sea para con uno suave y con el otro severo. Y lo mismo en la prescripción inmediata: "LO TIKAJ SHOJAD”: No aceptarás soborno", ante lo cual agrega el Talmud: “Ni aun para juzgar rectamente" es decir ni aun del Justo, o de la víctima. Henos aquí nuevamente ante el principio que hemos destacado al comienzo. El acto de justicia no es simplemente un acto económico-social, es un hecho moral-religioso pleno de significado y sentidos internos. No interesa solamente el hecho material, interesa la justicia, pues por su intermedio se convierte al mundo en lo que la Torá y los profetas habían soñado: "El reino del Señor". No es un reino místico, que significaba la "muerte de la carne" es decir la despreocupación de todos los problemas sociales, sino por el contrario un "reino del Señor" aquí por medio de la realización y construcción de la sociedad perfecta de acuerdo a los principios de la Torá.
A los principios de la Justicia siguen tres preceptos que exteriormente parecerían estar fuera de su natural lugar y que causan una interrupción en el normal desarrollo de las ideas:
“No plantarás ASHERA árbol alguno ante el altar del Señor... No levantarás MATZEBA alguna pues el Señor lo aborrece.... No sacrificaras ante el Señor tu Ds', animal defectuoso alguno” (XVI,20 - XVII,1). Esta súbita interrupción no puede más que llamar nuestra atención, pues todo el DEBARIM, EL MISHNE TORÁ constituye un todo íntegro y orgánico, y por lo tanto sus partes están entre sí unidas y relacionadas. Cual es aquí la causa de esta interrupción?
Diversos exegetas convergen en un punto al detenerse sobre este hecho. Estos tres preceptos están principalmente dedicados a los jueces y sus deberes y obligaciones. SFORNO nos indica la verdadera naturaleza de esta unión. Estos tres preceptos nos hablan de tres casos interesantes, La ASHERA era un árbol que los paganos plantaban ante el altar al que consideraban poseedor de poderes mágicos especiales. La MATZEBA era un altar que se construía arbitrariamente compuesto de una sola piedra en el que cada uno podía elevar a su criterio sus sacrificios a sus ídolos. Exteriormente podían ser estos motivos estéticos de gran importancia pero al estar en contra de los principios religiosos y morales se debía de dejar de lado todos sus caracteres exteriores para solamente tomar en cuenta su sentido interior. De la misma manera podía un animal ser muy valioso y preciado, en el caso que tuviera el más leve defecto ya estaba prohibido sacrificarlo en el altar del Señor.
No nos detendremos a analizar el significado en sí de estos preceptos y su significación religiosa, lo que nos preocupa ahora es su relación a nuestro problema principal es el de los Jueces y Magistrados. Y realmente eso es lo que la Torá nos recuerda. Al elegir los Magistrados no debemos de ninguna manera tener en cuenta sus condiciones exteriores.
Había pueblos que elegían a sus dirigentes por su altura, hoy en día los eligen por su nobleza o dinero. Sin embargo lo que real y únicamente debemos tener en cuenta es sus caracteres interiores, sus aptitudes para realizar la misión que les será encomendada, sus condiciones morales.
Y continuando con el paralelo agregan otros exegetas, el altar según la Torá debía ser de tierra. La piedra es dura e incomprensiva la tierra es modelable y sabe reconocer las necesidades. El primer e imprescindible deber del dirigente debe ser la total carencia del “orgullo”, simbolizado por la ASHERA. Las condiciones morales están simbolizadas por la carencia de defectos de los KORBANOT, es decir de todas las condiciones morales debían en el reunirse. Y por último la MATZEBA nos recuerda otro trascendental precepto. La MATZEBA estaba hecha de una sola piedra, nos representa pues la dictadura, el imperio de un solo hombre. Un altar está por el contrario compuesto por muchos. El verdadero gobierno, la verdadera justicia, los verdaderos dirigentes de ninguna manera se basan en uno.
Este es el mayor veto contra el absolutismo, y el reconocimiento de la verdadera soberanía del pueblo.
Vemos pues aquí unidos los magnos ideales de la justicia de la Torá, una justicia que ni bien reconoce la necesidad del magistrado y del alcalde, nos muestra e indica que el origen de la soberanía está en el pueblo y para el pueblo y que el verdadero fin de la justicia es el de la instauración en la tierra del "reino del Señor".