La historia de Mefiboshet y el reino de David

La historia de Mefiboshet y el reino de David

El episodio de Mefiboshet culmina con el silencio de David. Y es un silencio que anula el juramento que David le realizara a Iehonatán. El juramento Divino fue violado. Mefiboshet está desposeído. La amistad fue violada. Y con ella, cayó todo el reino.

La historia de Mefiboshet es una historia que queda en el camino. Resultaba difícil dejar la trama de gloria de David y tender a centrar la atención en un niño lisiado que quedó solo, de todo el gran reino de Shaúl (capítulo 9, versículo 3), cojo, que con su cuerpo simboliza la dinastía destruida. Mefiboshet podría haber sido olvidado si la vida de David no hubiera estado colmada de los recuerdos de Mefiboshet.

La historia de Mefiboshet es relatada en cuatro partes: la primera, cuando David asume el reinado, los versículos  reflejan la caída del niño de las manos de la nodriza apresurada (capítulo 4, versículo 4). En la segunda, cuando David llega al momento culminante de su grandeza, asume el trono y recuerda al hijo de Iehonatán olvidado en “lu Davar”, en la ribera del Iarden: “¿Hay todavía alguno que haya quedado de la casa de Shaúl, para que yo obre con él bondad a causa de Iehonatán?” (Capitulo 9, versículo 1). Y estamos contentos con el recuerdo del pacto, con el hecho de sobreponerse al sentimiento de resentimiento y preocuparse por restituirle la tierra a una persona lisiada.   

Tziba, el siervo de Shaúl, que se enriqueció a partir de la destrucción de su amo, devuelve la tierra de Shaúl a su nieto. En la tercera aparte (capítulo 16, versículos 1-4), se dirige Tziba a David quien está huyendo de Abshalom, y en su mano, comida para los que huyen y en su boca, la calumnia del hijo de su amo. El rey que huye, se muestra sumamente agradecido por el sorprendente suministro de alimentos, echa a Mefiboshet de su tierra y transfiere el patrimonio a Tziba. Tras regresar el rey a su hogar (capítulo 19), se presenta Mefiboshet y solicita clemencia. El Tanaj da cuenta que era una persona honesta, y se sintió acongojado por la huida de David “desde el día en que el rey se marchó hasta el día en que volvió en paz” (capítulo 19, versículo 25). La maledicencia de Tziba, es, pues, una mentira. Mefiboshet, el lisiado hijo de Iehonatan, no quiso rebelarse sino que se acongojó por el rey. Y la sentencia dictada por David, basada en una postura unilateral, conforme al testimonio del que robó las tierras de su amo, fue un trágico error.
Al llegar Mefiboshet para clamar a los oídos del rey, a mi modo de ver,  le es formulada una pregunta impactante: “¿Por qué no fuiste conmigo, Mefiboshet?” (capítulo19, versículo 26), y el lector se siente conmovido: si David sabe que el hombre es lisiado, cojo. ¿Cómo es que David , el rey de Israel, el mismo que hace poco tiempo atrás se apiadó de Itai el Guití y dijo: “Llegaste apenas ayer, ¿y he de hacer que vagues hoy con nosotros?” (Capítulo 15, versículo 20), y le pregunta al hombre cojo-“¿Por qué no fuiste conmigo?, y Mefiboshet responde al rey y a los allí presentes y señala el hecho conocido por el lector “porque tu siervo es cojo” (capítulo 19, versículo 27).

¿Por qué David sospecha de un inocente? ¿De dónde surge la duda sobre el hijo de Iehonatán? La respuesta la da el mismo Mefiboshet: “Haz, pues, lo que te parezca bien. Porque toda la casa de mi padre no era más que hombres dignos de muerte ante mi señor el rey; con todo, pusiste a tu siervo entre los que comían a tu propia mesa. ¿Qué derecho tengo todavía para quejarme más al rey?  (Capítulo 19, versículos 28-29). ¿Acaso este versículo justifica la actitud de David? ¿Acaso el hijo de Iehonatán, quien entregó su reino a su amigo, por quien sentía un amor maravilloso, quien se puso en riesgo a fin de salvar a su amigo, y decir en perjuicio de su padre “ Porque toda la casa de mi padre no era más que hombres dignos de muerte ante mi señor el rey”

Sólo nos queda por decir que Iehonatán fue olvidado. Mefiboshet es relacionado con el nombre de Shaúl. El Tanaj relata acerca del hijo de Iehonatán, el lisiado y doliente, y David ve al nieto de Shaúl que amenaza su reinado. Tan profunda es la sospecha. El episodio finaliza con las palabras: “¿Qué derecho tengo todavía para quejarme más ante el rey? (capítulo 19, versículo 29). No es posible quejarse a los oídos del rey, ni siquiera se puede solicitar justicia. Y el lector espera-a David, que responda y diga-“habla, te escucho”. Pero la historia de Mefiboshet concluye con el silencio de David. Y se trata de un silencio que viola el pacto con Iehonatán, con el cual el rey se comprometió: “Y Iehonatán dijo a David: Vete en paz, ya que nos hemos jurado el uno al otro en el nombre del Señor, diciendo: “El Señor esté entre tú y yo, y entre mi descendencia y tu descendencia para siempre” (Shmuel I, capitulo 20, versículo 42). El juramento Divino fue violado. Mefiboshet está desposeído. La amistad fue violada. Y con ella, todo el reino: “Dijo Rabí Iehudá dijo Rav: en el momento en el cual David le dijo a Mefiboshet: “Tú y Tziba se repartirán el campo” (capitulo 19, versículo 30), surgió una voz celestial que le dijo: Rejavam y Yarobam se repartirán el reino” (Shabat 56b)

Y me parece que todo el reino de David nació a partir de una amistad incondicional. El amor de Iehonatán, de la tribu de Biniamín a David, de la tribu de Iehudá, unió a las tribus del norte con las del sur. El reino se constituye en base a la amistad, y por el olvido del pacto y de la amistad pérdida, cayó, ya que el capítulo de Mefiboshet hijo de Shaúl, cierra los capítulos alusivos al ascenso vertiginoso de David, e inicia los capítulos del profundo descenso. No es casual que Zelda haya escrito que la ofensa de Mefiboshet contamina los intestinos. Las contamina, pero también recuerda que un gran reino depende de una amistad. Y que con el quiebre de esa amistad, caeremos todos.
Gentileza sitio 929

 

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