A fin de exponer a Moav a la grandeza de Dios como a todos los pueblos, se ve forzado a pasar humillación y pisoteos, que les quitarán su orgullo.
“y Moav será hollado en su mismo sitio, como el montón de paja es hollado en el agua del muladar” (versículo 10).
En el capítulo, Moav recibe un trato especial. Parece haber una diferencia entre el juicio de Moav en el futuro, y el juicio del resto de los pueblos. A diferencia de todos los otros pueblos a los que se les dijo que Dios les ofrecerá un banquete y les quitará el “velo” y la “máscara” de sobre sus rostros, Moav es condenado a ser trillado y pisoteado.
Si observamos detenidamente, veremos que el pecado de Moav es el orgullo, y la esencia de su castigo, es humillarlo: “Y extenderá sus manos en medio de él (del muladar), como (las) extiende el nadador para nadar; pero (Dios) abatirá su orgullo juntamente con las tretas de sus manos. Y abatirá la fortaleza de tus altos muros; los humillará, los derribará por tierra, hasta el mismo polvo” (versículos 11-12). Estas expresiones recuerdan la profecía de Yeshaiahu en el capítulo 2, en el que enfatiza que en el Día de Dios, la soberbia será humillada y sólo Dios será exaltado “y el Señor solo será ensalzado en aquel día” (capítulo 2, versículo 17). Un paso necesario antes de que el nombre de Dios sea engrandecido en el mundo y reconocido por sus criaturas, es la humillación del orgullo humano.
Según el comentarista Malbim (Rabí Meir Leibush ben Iejiel Michel Wisser, 1809-1879), el “velo” y la “mascara” son una metáfora de creencias erróneas que tienen los pueblos y que les impiden creer en Dios. Se infiere de ello que la sustracción del velo y de la máscara no es un castigo sino más bien, una visión adecuada del mundo, de modo que puedan ver mejor la luz de la Divinidad, sin que sus creencias se lo impidan.
Por ende, puede decirse, que también el castigo de Moav representa una especie de sustracción del velo. La diferencia entre Moav y el resto de los pueblos, es que para Moav, el “velo” que les impide servir a Dios, no es su paganismo, sino su orgullo, que les impide reconocer la existencia de un poder supremo por sobre ellos.
Cuando una persona cree en lo incorrecto, su creencia puede corregirse de un modo no doloroso, y esa persona es merecedora de la redención, siempre y cuando pueda someterse a Dios. Una persona orgullosa debe llevar a cabo un cambio profundo en sí misma, a fin de abandonar su orgullo, antes de poder llegar a ese reconocimiento.
Los referentes que escriben en esta sección, son integrantes de la organización NAJAT-jóvenes amantes del Tanaj, un Centro de Estudios de Tanaj para la Juventud