La mula sigue corriendo

La mula sigue corriendo

Toda la forma de comportarse de Abshalom es entre el cielo y la tierra, sin superar sus caprichos e instintos, y así encontró también su muerte, colgado del árbol de encina, entre  el cielo y la atierra. La mula que montaba, siguió corriendo como el instinto, que continúa existiendo incluso cuando su dueño ha fallecido.

La rebelión de Abshalom contra su padre David, es  incomprensible. No solo por el vínculo especial de David con él ni por su indulgencia hacia el hijo. Hay una sensación de una gran oportunidad perdida, en todo lo concerniente a este hijo, que aparentemente, estaba bendecido con talentos e incluso su nombre alude a la cualidad de la paz. Su fracaso es, tal vez, el más resonante de la casa de David.

Y resulta que cuando sale el ejercito del rey contra el de Abshalom, que es lo que justamente ordena David a los generales:” Y el rey ordenó a Yoab, a Avishai y a Itai, diciendo: Por amor a mí, traten bien al joven Abshalom. Y todo el pueblo oyó cuando el rey encomendó a todos los jefes acerca de Abshalom” (versículo 5). Es decir, por favor, actúen con moderación en todo lo relacionado con este “joven”, háganlo por mí. A pesar de que él se rebela contra mí y pone en riesgo mi reinado, pero actúen con cuidado.

El próximo versículo clave, a mi parecer, es el que describe la detención de Abshalom. “Y Abshalom se encontró con los siervos de David; y Abshalom iba montado en su mula, y pasó la mula debajo del espeso ramaje de una gran encina, y se le trabó la cabeza a Abshalom en la encina, y quedó colgado entre el cielo y la tierra, mientras que la mula que estaba debajo de él siguió de largo” (versículo 9). Por “casualidad” o tal vez precisamente por Providencia Divina, la cabeza de Abshalom quedó trabada entre las ramas de la encina. ¿Acaso hay algo más simbólico y trágico que esta imagen del hijo rebelde del rey, cuyos cabellos enredan su vida y queda colgado entre el cielo y la tierra?

De hecho, todo el manejo de Abshalom es entre el cielo y la tierra, sin superar sus caprichos e instintos. El cambio es que ahora, la mula que está debajo de él sigue adelante, y él quedó trabado a la espera de su muerte final.

Abshalom, que no tuvo el mérito de tener hijos, aún en vida se construyó un monumento “Iad Abshalom” (versículo 18), pero no fue enterrado allí, sino que arrojaron su cuerpo de un modo vergonzoso y sobre el mismo, construyeron un gran montículo de piedras. Tal como lo expresaron los comentaristas, resulta interesante, que en el próximo capitulo se repite la palabra “Laat”, que mencionamos anteriormente. Tras recibir el rey la dura noticia sobre la muerte de su hijo, se menciona: “Y el rey con su rostro cubierto, clamaba en alta voz: ¡Oh hijo mío Abshalom, oh Abshalom, hijo mío, hijo mío! “ (Capítulo 19, versículo 5). Aparentemente, el rey se cubrió su rostro como acostumbran a hacer los dolientes, ya que su pedido de que se apiadaran de su hijo y que fueran “moderados” no se concretó. El capítulo 18 describe tal vez la trágica rebelión de Abshalom contra su padre, una rebelión que debe  ser reprimida pero que además no se epuede mirar para otro lado, tras haberla frenado. La mula sobre la que montaba Abshalom sigue corriendo hacia adelante, como el instinto que sigue existiendo, aunque su dueño haya fallecido.
Gentileza sitio 929

 

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