En el comienzo de la profecía se describe la ceguera de los habitantes de Ierushalaim y al final de la misma, se registra un giro-los ojos de los ciegos se abrirán. Resulta que la ceguera surge a partir de la riqueza que ciega los ojos.
El profeta Yeshaiahu describe en su profecía (versículos 9-24) una gran confusión en la comprensión de la realidad, al extremo que tampoco los profetas y los visionarios ven ni entienden-“Y así, toda visión les ha venido a ser como las palabras de un libro sellado, que se le da a uno que sabe leer, diciendo: "Te ruego me leas esto;" y responde: "No puedo, porque está sellado." O bien se da el libro al que no sabe leer, diciendo: "Te ruego me leas esto"; y él responde: "No sé leer" (versículos 11-12). El factor causante de la ceguera es Dios-“Porque Dios ha derramado sobre vosotros el espíritu de sueño profundo, y les ha cerrado los ojos, a saber, los profetas; y ha cubierto vuestras cabezas, es decir, los videntes” (versículo 10). La confusión no es solamente entre los contemporáneos del profeta sino también entre los lectores de la profecía, ¿y qué hará la persona, y cómo afrontará una situación como ésta? ¿Acaso hay algún poder que pueda proporcionarle a la persona la posibilidad de ver y escuchar?
La profecía describe un giro-a su comienzo, la ceguera, y al final de la misma, comprensión-“Y los sordos oirán en aquel día las palabras del libro, y los ojos de los ciegos verán de en medio de oscuridad y de tinieblas” (versículo 18). “y que entonces los extraviados de espíritu conocerán la inteligencia, y los murmuradores recibirán la instrucción” (versículo 24). Un versículo puede ser la clave para entender la comprensión del giro-“Y los humildes aumentarán (su) gozo en el Señor, y los más desdichados de los hombres se regocijarán en el Santo de Israel” (versículo 19). El versículo sugiere que la raíz de la situación es una sociedad opulenta y llena de orgullo que vive la vida de su riqueza, y la riqueza ciega sus ojos. El rico no ve más que su dinero y a sí mismo, mientras que los pobres se regocijarán en el Santo de Israel-los pobres y los humildes ven y se regocijan en Su Dios. “Y la altivez del hombre será postrada, y la soberbia humana será humillada, y el Señor solo será ensalzado en aquel día... Aquel día el hombre arrojará sus ídolos de plata y oro que se le han hecho para adorar” (Capítulo 2, versículos 17,20).
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