Las leyes de Omrí y el accionar de Ajab

Las leyes de Omrí y el accionar de Ajab

La raíz de los pecados de Ajab, le fue endilgada por el texto a Omrí, el primero de los reyes de la dinastía de Ajab. Ajab llevó el pecado a su punto más alto.

Omrí se caracterizó por la ampliación de las fronteras de Israel y la construcción de ciudades, y los Sabios vieron en ello el contenido de su vida y la esencia de su obra. También su hijo Ajab, se destacó por ello. “Y las demás cosas de Ajav, y todo lo que hizo, y la casa de marfil que edificó, y todas las ciudades que reedificó, he aquí que están escritas en el libro de las crónicas de los reyes de Israel“ (Capítulo 22, versículo 39). Los hechos que están escritos también en piedra y las excavaciones arqueológicas en Shomrón, Meguido, Izreel y Jatzor revelaron los imponentes emprendimientois de construcción de Ajab.

Por otra parte, el texto establece: “E hizo Omrí lo malo a los ojos del Señor, y sobrepujó en maldad a todos los que habían sido antes de él. Porque anduvo en todos los caminos de Yarovam, hijo de Nevat, y en su pecado con que hizo pecar a Israel, para provocar a ira al Señor, Dios de Israel, con sus vanidades” (Versículos 25-26). La impronta de sus pecados se conservó durante generaciones: “Porque son guardados los estatutos de Omrí, y todas las obras de la casa de Ajab” (Mijá, capítulo 6, versículo 16). Ajab promovió el pecado hasta su punto máximo, pero el texto le endilga las raíces del mismo a Omrí, el primero de la Casa real. No se trata de un pecado casual sino de un método, de una vida pecaminosa y de un orden trastocado. 

Aunque el texto no lo hizo explícito, resulta que no era éste un retorno a los pecados de Yarovam sino paganismo.  El hecho está explícito en el texto relacionado con los actos de Ajab, su hijo y continuador: “ Porque aconteció, como si fuese cosa liviana andar en los pecados de Yarovam, hijo de Nevat…y fue y sirvió a Báal, y le adoró… Ajab hizo también la Asherá; Ajab hizo más para provocar la ira del Señor, Dios de Israel, que todos los reyes de Israel que habían sido antes de él“ (Versículos 31- 33). No era este un retorno a los pecados de Yarovam sino paganismo.

Ajab pavimentó caminos hacia Tzor (Tiro) y Tzidón (Sidón), y acordó una alianza política con Etbaal, que incluso fue fortalecida con el pacto de casamiento con su hija Izevel (también aquí parece ser que es Omrí el que empezó con esta modalidad, y es el que promovió el casamiento de su hijo con la hija del rey de Tzor). Ajab comprendió que a fin de cumplir este pacto y aprovecharlo al máximo, a fin de transformar a Israel en una fuerza líder entre los países de la región, el pueblo debe abrirse a las naciones desde el aspecto cultural y religioso. Al inicio, se abrió él mismo a la cultura de Tzor “y fue y sirvió a Báal, y le adoró“ (Versículo 31). Pero a partir de la llegada de Izevel a Shomrón, Ajab construyó para ella una casa para el Baal y el altar en la misma Shomrón, y compartió su mesa con sus profetas. La “apertura” hacia la cultura ajena, finalmente se convirtió en fanatismo y generó la resistencia de los profetas y de los temerosos de Dios. A través de Izevel, Ajab persiguió a los profetas de Dios, y ella los mató, y se vio forzada a esconder sus restos en cuevas, y destruyó los altares dedicados al servicio Divino.

Editado por el equipo del sitio del Tanaj, extraído del libro “Mikdash Melej-Iyunim beSefer Melajim”, de ediciones Midreshet HaGolán.

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