David intenta evitar una nueva rebelión por preferir a los hombres de Iehudá, allegados a él, pero en lugar de calmar los ánimos, prepara el terreno para la siguiente rebelión.
Tras la solicitud presentada por todas las tribus de Israel para la restitución de David al reinado, David se dirige a Tzadok y a Eviatar y les pide que actúen a fin de lograr lo mismo por parte de Iehudá. Como se mencionara, esta medida es excepcional en el accionar de David. A diferencia de Shaúl, que le concedió derechos adicionales a la tribu de Biniamín, David se abstiene constantemente de conceder preferencia alguna o un estatus especial a la tribu de Iehudá, aspirando a lograr la unión de todo el pueblo. Es por ello, que, entre otras cosas, trasladó su capital de Hebrón a Ierushalaim. Pues entonces, ¿por qué David modificó su forma de actuar? Aparentemente, en esta ocasión, David extrae algunas conclusiones a partir de la elección de Abshalom, de comenzar su rebelión, precisamente en Hebrón. Aparentemente, Abshalom encontró en la gente de Hebrón cierto malestar por la postura igualitaria de David, postura que, provocó entre otras cosas, la pérdida de nivel de Hebrón como ciudad capital. Por consiguiente, David consideraba que a fin de evitar otra rebelión en su contra, debe mostrar una actitud particular hacia las personas allegadas a él, para que no vuelvan sentirse relegados.
No obstante, esta medida era mucho más peligrosa que la otra opción. La alta tensión entre Iehudá e Israel se encamina hacia la ruptura y el cambio del statu quo a favor de una de las partes, puede llegar a afectar al otro. Y en efecto, así culminó este episodio. Y efectivamente, David arriba a una conclusión errónea, y en lugar de calmar los ánimos, prepara el terreno para la próxima rebelión.
Hay un elemento adicional en esta tendencia conciliatoria: David separa a Yoav de su cargo como jefe del ejército, y designa en su lugar a Amasa hijo de Ieter, el jefe de ejercito del rebelde Abshalom. De ese modo, David intentó lograr dos objetivos: una, causarle daño a Yoav, quien transgredió la orden de cuidar la vida de Abshalom, y la segunda, la reconciliación con los rebeldes, los hombres de Iehudá, entre los cuales Amasa, era uno de sus destacados líderes.
Pero he aquí, que en el futuro, también este paso se revelará como un error. Primero, el daño a Yoav hijo de Tzruia, el líder militar que logró oprimir la rebelión, no fue adecuado. También, la concesión de un premio a un rebelde como Amasa hijo de Ieter, que era el jefe de ejército de Abshalom, es muy sorprendente; en la continuidad del relato, queda claro cuan errónea fue esta iniciativa.
Editado por el equipo del sitio del Tanaj
Gentileza sitio VBM de la Academia Rabínica Har Etzion