En el resumen de la vida de Moshé, la Torá lo describe por un lado como una figura trágica que sacrificó su bienestar en favor de la congregación, y por otra parte, como una imagen ejemplar que tuvo el privilegio de una cercanía de Dios excepcionalmente singular.
Este capítulo, que sintetiza el libro Devarim, incluye en su interior una representación de dos extremos en la vida y personalidad de Moshé.
La primera parte del capítulo describe una faceta trágica en la vida de Moshé: Dios le muestra a Moshé toda la tierra prometida de manera puntillosa, pero específicamente, él no habrá de ingresar a la misma.
A lo largo de todos los años de su liderazgo, Moshé realiza grandes sacrificios en favor del pueblo de Israel. Entre los sacrificios, pueden mencionarse el abandono de su familia, la renuncia a sí mismo en las plegarias por el pueblo de Israel, y la necesidad de lidiar en forma recurrente con las quejas y reclamos del pueblo. Aquí es donde la vida de Moshé llega a su fin con el último sacrificio y el más grande de todos, cuando no logra el mérito de ingresar a la tierra prometida ni que trascienda el lugar de su sepultura. En esta descripción, Moshé refleja un ejemplo de figura trágica que dedicó toda su vida en favor de los hijos de Israel, a pesar de todas las dificultades.
La segunda parte del capítulo describe a Moshé de un modo directo, como una persona especial e inclusive sobrenatural en algunos términos. Ya sea porque a pesar de su edad, no había en él signos de vejez, o ya sea en la singularidad de su profecía y la ejecución de los grandes prodigios a ojos de todo el pueblo. Esta parte enfatiza el bien particular que logró Moshé en su vida, y la dimensión de la pérdida del pueblo con la muerte de Moshé, que fue una figura ejemplar.
Puede ser que la polarización entre el estatus logrado por Moshé y el precio que pagó, viene a sintetizar su vida al final de su libro.
Moshé, el primer líder del pueblo de Israel representa por un lado, una figura trágica que sacrificó su bienestar personal en favor de la congregación, y por otra parte, una imagen ejemplar que tuvo el mérito de una proximidad de Dios excepcionalmente singular.
Parece que las dos facetas son interdependientes. Moshé, a fin de representar a Dios y liderar al pueblo de manera correcta al salir de Egipto y en su transformación en un pueblo, en una nación, requería de ambas facetas-la santidad suprema y la entrega.
Podemos manifestar que el propio hecho de la necesidad de conectar el cielo y la tierra, entre la cercanía de Dios y el liderazgo, es el sacrificio más grande en la vida de Moshé.
Los referentes que escriben en esta sección son miembros de la organización "Najat"-"Noar Jovev Tanaj" ("Juventud amante del Tanaj"), sede del estudio del Tanaj para los jóvenes.