Preguntas de Abarbanel, Éxodo 18

Preguntas de Abarbanel, Éxodo 18

1   "Y al día siguiente sentóse Moisés a juzgar al pueblo, y estuvo el pueblo delante de Moisés desde la mañana hasta la tarde.  Y el suegro de Moisés, al ver lo que este hacía al pueblo le preguntó: ¿Qué haces con el pueblo?, ¿Por qué estás sentado solo y el pueblo está parado frente a ti desde la mañana hasta la tarde?...  No está bien lo que haces, así te debilitarás y también este pueblo que está contigo...  Permíteme que te aconseje...  debes escoger de entre el pueblo hombres capaces, temerosos de D-s, adictos a la verdad y enemigos del dinero mal habido y los pondrás por jefes de millares, jefes de cientos, jefes de cincuentenas, jefes de decenas. Y juzgarán al pueblo en todo momento; sólo te traerán las cosas mayores, pues ellos juzgarán las pequeñeces...  Y escuchó Moisés a su suegro e hizo todo lo que le había aconsejado"

(Éxodo 18,13-26 )

 

 

Pregunta: Con respecto al consejo de Itró (el suegro de Moisés), su idea es totalmente lógica y aceptable, sin embargo la persona más simple y con un poco de inteligencia podía haber deducido esto.  ¿Cómo es posible que al gran Moisés o a los sabios ancianos del pueblo no se les había ocurrido antes el delegar el sistema judicial y descentralizarlo?

 

Respuesta:

Ya varios comentaristas han desarrollado este tema y opinan que al estar Moisés en un grado de inspiración profética y separado del mundo material, le faltaban ideas prácticas para implementar este tipo de soluciones institucionales.

 

Abarbanel rechaza este tipo de razonamiento ya que la sabiduría de Moisés no se limitaba a asuntos espirituales abstractos sino incluía todo aspecto relacionado al liderazgo integral de un pueblo.  Además al estar tan cerca de D-s, Este podía también haberlo instruido en este sistema judicial.

 

El autor opina que al venir Itró antes de la entrega de la Torá, no existían otras personas entrenadas para llevar a cabo este trabajo, no existían todavía las leyes básicas en las cuales estos jueces pudieran basarse para resolver un conflicto.  Estas comienzan a aparecer en la parashá de Mishpatim donde se exponen todo tipo de situaciones relacionadas a daños y perjuicios.  Sin una legislación clara ningún sistema judicial puede ser efectivo.

 

Es por ésto que en esta etapa Moisés concentraba todo este trabajo y no quería delegar a otras personas que por su propia iniciativa y lógica emitieran un veredicto; ésto provocaría infinidad de apelaciones y conflictos ya que se basarían meramente en razonamientos subjetivos.  Es preferible entonces concentrar todo el trabajo por lo menos hasta la entrega de la Torá, que Moisés sabía que pronto ocurriría, cosa que su suegro no esperaba.

 

De acuerdo con lo anterior, Moisés efectivamente ya tenía planeado este sistema para un poco después, así como lo expone el versículo en Dvarim: “...pero ¿Cómo he de soportar yo solo vuestra molestia, vuestra carga y vuestros litigios?  Elegid entre vuestras tribus hombres sabios, probos y conocidos y los haré jefes vuestros.... de tal modo a los principales hombres de vuestras tribus los nombré jefes sobre vosotros...”  (Deut 1,12).

 

Al parecer, en este recuento de sucesos no aparece el consejo de su suegro, sino que lo atribuye a sí mismo.  ¿Por qué entonces en nuestra parashá dice “Y escuchó Moisés a su suegro, e hizo todo lo que le había aconsejado”?

Abarbanel opina que por respeto a su suegro le agradeció en el momento y le dijo que efectivamente implementaría su consejo; sin embargo Moisés ya lo tenía planeado para después de la entrega de la Torá.

 

El delegar es muy importante, sin embargo debe hacerse con responsabilidad y cuidado, de otra forma puede convertirse en una carga todavía mayor a la original.

 

 

1   "Al tercer mes de la salida del pueblo de Israel de la tierra de Egipto, en aquel día llegaron al desierto del Sinaí...  Y acampó el pueblo de Israel frente a la montaña.  Y subió Moisés hacia D-s... "

(Éxodo 19, 1-3)

 

1   "Y Habló D-s todos estos mandamientos diciendo: Yo Soy Hashem tu D-s que te sacó de la tierra de Egipto..."

(Éxodo 20, 1-2)

 

 

Pregunta:   ¿Por qué se entregó la Torá en este momento histórico? (Es decir, al tercer mes de la salida del pueblo de Israel de Egipto).  ¿Porqué no se le dio desde un principio a Adán, el primer hombre, cuando fue creado?, o ¿Por qué no a Noé al realizar el pacto (después del Diluvio)?, o ¿Por qué tampoco a Abraham Avinu, padre del pueblo judío, ni a ninguno de los otros patriarcas?;  sino que al pueblo de Israel completo en el Monte Sinaí. 

 

Respuesta: 

Una de las razones que expone Abarbanel está relacionada con las características del receptor, aseverando que no sería aceptable que se entregue la Sagrada Torá sino a un pueblo entero, grande en calidad y cantidad.

 

Así dijeron nuestros sabios (Yebamot 63) "La Divina Presencia no posa en menos de 22,000 personas de Israel...   Ya que, la multitud del pueblo es la gloria del Rey".   La Torá entonces, no es apta para darse a una persona, o a dos o a diez, sino en forma pública y con gran multitud.

 

Algunos podrían argumentar que, Adán - el primer hombre- tuvo ordenanzas Divinas, al igual que Noé (los siete preceptos) y aún Abraham Avinu  como está escrito: "Dado que escuchó Abraham mi voz, y cuidó mis mandamientos, preceptos, leyes y estatutos" (Génesis 26,5).  Sin embargo, a ésto no se le puede llamar TORA como tal;  estas personas tan especiales tuvieron una profecía particular en la cual les fueron revelados ciertos preceptos con el fin de ser practicados por ellos mismos o sus familiares cercanos, para así acercarse más a la perfección y elevación espiritual.

 

El judaísmo, a diferencia de otras doctrinas y religiones basa su fe en una aparición colectiva  (se calcula que el pueblo de Israel contaba en ese momento con alrededor de tres millones de personas), y no en algún evento sobrenatural aislado ocurrido a un individuo o pequeño grupo de gente que intentó difundirla.

 

En ésto radica la gran fuerza del Judaísmo y la veracidad de la Torá misma.  Este evento, único en su tipo donde "veían las voces (de D-s Mismo) y las antorchas y la voz del Shofar y el monte humeante..." (Cap. 20,15).  En donde el mismo pueblo ya no podía aguantar y se alejaban del monte pidiendo que Moshé hable en vez de D-s;  tiene como fin el grabar una imagen imborrable para las generaciones.

 

Basándose en esta hipótesis, Rabi Yehuda Halevi, en su libro El Cuzarí, analiza que tres millones de personas sería prácticamente imposible que propaguen un mensaje falso, ya que, de haber alguna mentira o invención individual, inmediatamente sería desmentida por otra fuente de raíz fidedigna.

 

Qué gran sorpresa, encontrar hoy en día, judíos de Yemen y de Polonia, de Siria y de Marruecos que cuentan con la misma Torá, letra por letra, y palabra por palabra.  De seguro, este gran mensaje universal es verdadero, eterno e inalterable.

 

 

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