El profeta describe la corrupción moral y religiosa que existía en el Templo. Es difícil entender cómo han llegado a esta situación. ¿A dónde desapareció todo el servicio espiritual promovido por el rey Jizkiahu?
Menashé, el hijo de Jizkiahu, y también su nieto Amón, hicieron más mal que todos los que los precedieron. El profeta describe que ya no se conformaban con las “Bamot”, los sitios altos de Shlomó, con los becerros de Yarovam, con el servicio al Baal de Ajav y con pasar a los hijos por el fuego en honor a Molej, como Ajaz, sino que además promovieron el avance de los adivinos, los agoreros y los hechiceros. Y además dieron un paso más y colocaron una estatua de la Asherá en la Casa de Dios. Su particular maldad se reflejó también, entre otras cosas, en sus nombres, que no contenían el nombre de Dios, en contraste con los reyes de Iehudá que los precedieron, a excepción del rey Ajaz, el abuelo de ellos, que hizo el mal tanto como ellos.
Cuando el rey Yoshiahu ordena a los Cohanim, Sacerdotes realizar el mantenimiento y la inspección de la Casa de Dios (22) se revela que no sólo que han practicado todas las clases de la idolatría sino que además erradicaron los libros de la Torá de Israel y se halló un solo Rollo de la Torá que sobrevivió la destrucción (capítulo 22, versículo 8). No solamente compartieron el paganismo con el servicio a Dios sino que además renegaron del libro del cual surge la enseñanza para Israel. Por ello, era importante para Yoshiahu acordar un pacto del pueblo con Dios, a fin de implementar todo lo escrito en el Sefer Torá (capítulo 23, versículo 3).
Quien contempla el proceso de purificación del Templo llevado a cabo por Yoshiahu (capítulo 23, versículos 4-20) se ve completamente asombrado. La situación era terrible y trágica. Yoshiahu saca del interior del Beit Hamikdash, el Gran Templo, los utensilios para el Baal y la Asherá y todo el ejército celestial. Destruye prostíbulos que también fueron hallados dentro del Beit Hamikdash. Impurifica el servicio al Molej que estaba activo al pie del Monte del Templo, elimina a todos los Cohanim, Sacerdotes de las “Bamot”, de los sitios altos con sus altares que eran utilizados para todos los tipos de idolatría y se encontraron en los alrededores de Ierushalaim. ¿Cómo llegaron a esta situación tras el período de Jizkiahu, sobre el que se dice que hizo todo lo escrito en la Torá?
Parece ser que hay aquí una expresión referida a la naturaleza de la realidad, que en cada ocasión que se aviva un estado de pureza y santidad, de inmediato asoman detractores que desean exterminarlo. El rey Jizkiau hizo una revolución que no tenía antecedentes desde el aspecto del nivel de su apego al mandato Divino (Divrei Haiamim II 29-31). Una revolución de ese tipo, arrastra indefectiblemente a una resistencia a lo sagrado que a veces puede aparecer, en poco tiempo, en el punto culminante de una impureza que no tenía precedentes. Es posible que se deba evaluar el costo que puede llegar a cobrar una revolución religiosa que tiene lugar en un breve lapso de tiempo.