Recordar de donde venimos

Recordar de donde venimos

Moshé persuade al pueblo de Israel antes del ingreso a la tierra. Hay en la tierra de Israel una gran bendición, pero también existen muchas dudas debido a los grandes cambios que se prevén en los patrones de vida. La sospecha más importante es debido al orgullo y la soberbia de aquellos que logren coronar exitosamente este camino. Y la solución para ello es una: recordar de dónde venimos.

He aquí que el pueblo se encuentra a punto de ingresar a la tierra. Están a punto de sufrir un choque cultural. Por un lado-deberán ir a trabajar: arar, sembrar y espera por la caída de lluvia. Nada es seguro, y además la mano de Dios no será tan sentida y percibida como lo era durante la travesía por el desierto. Por el otro lado-habrá lugar para iniciativas económicas y para la creatividad. También podrán acumular bienes, sin dudar de la presencia de gusanos en el trigo…en el desierto, todos comían la misma comida, sin diferencia alguna entre el rico y el pobre; mientras que en la tierra de Israel, habrán de transcurrir unos meses y ya habrá algunos que tendrán éxito en su tarea y otros que fracasarán en la misma. La duda que se anida en Moshé, es una duda muy natural: ¿cómo lidiarán los miembros del pueblo con el cambio? ¿Qué harán los ricos? ¿Cómo tratarán a sus amigos de antes, que no han mejorado su destino?

La duda más preocupante es la del pecado del orgullo y la soberbia de aquellos que logren tener éxito (Versículo 14). El éxito económico puede llegar a provocar el olvido del mundo de valores del cual provenimos, y más aún nos puede llegar a alejar de nosotros mismos y de nuestra identidad judía y humana. Puede que repentinamente hallemos un común denominador con los ricos de los pueblos de Kenaan más que con nuestros amigos del pueblo y de la familia. Esta es la duda más grande, y la Torá halla la solución únicamente en el recuerdo, la memoria: debemos recordar de dónde venimos. La Torá nos ordena recordarnos a nosotros mismos que no hemos nacido con una cucharita de oro en la boca, y de todos modos, tampoco es seguro que la cucharita siempre permanezca allí.  Quien vive de ese modo, sabe que a veces deberá ajustarse el cinturón más de lo acostumbrado, ya que la abundancia no es algo que se da por sentado.

Hay algo en la realidad de la vida en la tierra en la que somos los dueños de nuestro destino, que genera incertidumbre. ¿Habrá lluvias o no? ¿El IVA aumentará o se reducirá? Y qué ocurrirá con el precio de la nafta? No hemos disfrutado de la certeza de la vida en la generación de los que comieron maná en el desierto. Pero en ese camino de la incertidumbre  nos acostumbramos a digerir el conocimiento que la vida humana no es solamente su pan  y su agua, sino también el contenido que él vierte en esa vida. Es difícil la vida para el que vive en la tierra, difícil pero plena de sentido. La vida del que mora en el desierto es segura bajo la protección de las nubes de divinidad, pero esa vida carece de la sensación de renovación que experimenta el que vive en la tierra.

Editado por el equipo del sitio del Tanaj del libro "Parashá baktaná" publicado por "Maguid".

 

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