En el capítulo anterior leímos acerca de los siete días de la investidura y sobre lo que Moshé y los Cohanim deben realizar en los mismos. Nuestro capítulo aborda el octavo día.
La preparación para la elevación de los sacrificios en el octavo día (Versículos 1-7)
En el octavo día Moshé convoca a Aharón, a sus hijos y a los ancianos de Israel y los instruye acerca de lo que deben realizar en ese día: elevar los sacrificios. Aharón toma un becerro para el sacrificio expiatorio y un carnero para el sacrificio de holocausto. Los hijos del pueblo de Israel, que están representados por los ancianos, toman un macho cabrío para el sacrificio Jatat (por el pecado), un becerro y un cordero para holocausto, un buey y un carnero para el sacrificio de Shelamim (la ofrenda de paz) y finalmente, también una oblación mezclada con aceite. El texto explica por qué son necesarios tantos sacrificios: “ya que hoy El Señor se revelará ante ustedes” (Versículo 4) es decir los sacrificios preparan el terreno para la revelación de Dios “Esta cosa, lo que ha prescripto El Señor, habrán de hacer y se revelará ante ustedes la Gloria del Señor” (Versículo 6).
Aharón trae los sacrificios del octavo día (Versículos 8-22)
Aharón escucha lo expresado por Moshé y ejecuta lo que le fue ordenado. Él trae los sacrificios como lo exige la Halajá (Ley Judía), y la frase “como había prescripto El Señor a Moshé” es repetida dos veces en este pasaje (Versículos 10, 21) y también la expresión “y lo preparó de acuerdo con la norma” (Versículo 16). Prestemos atención al hecho que Aharón trae todos los sacrificios de Nedavá (ofrenda voluntaria) posibles y también el sacrificio por el error. Cuando Aharón finaliza su tarea eleva “sus manos hacia el pueblo y los bendijo y descendió de preparar el Jatat y el holocausto y el sacrificio Shelamim” (Versículo 22).
La consecuencia: la presencia de la Divinidad (Versículos 23-240
A raíz de la tarea de Aharón y de sus hijos, ahora Moshé y Aharón salen hacia la Tienda de Reunión y bendicen al pueblo y de inmediato “y se reveló la Gloria del Señor ante todo el pueblo” (Versículo 23). A diferencia de la revelación a la que estábamos acostumbrados en el libro Shemot, la revelación aquí descripta es la aparición de fuego y el consumo de los sacrificios del altar. El pueblo ve el milagro y reacciona “Lo vio todo el pueblo y prorrumpió en alegría y se prosternaron con su rostro a tierra” (Versículo 24).
Editado por el equipo del sitio del Tanaj.