El recuerdo de los incensarios (Versículos 1-5)
Tras la muerte de los doscientos cincuenta hombres, Dios le ordena a Moshé que le diga a Elazar el Cohen, hijo de Aharón, que levante todos los incensarios y los convierta en “láminas delgadas, revestimiento para el altar” (Versículo 3) y representarán una señal para los hijos de Israel “Remembranza para los hijos de Israel, para que no se acerque el hombre profano -que no es de la descendencia de Aharón- para ofrecer incienso ante el Señor; para que no sea como Koraj y como su asamblea, como ha hablado El Señor, por mano de Moshé, a él” (Versículo 5).
La queja del pueblo de Israel y la epidemia en el pueblo (Versículos 6-15)
Los hijos de Israel les reclaman a Moshé y Aharón, sindicándolos como responsables de la muerte de Koraj y su congregación. Una vez más, Dios desea exterminar al pueblo, y de inmediato se inicia una epidemia que asola al pueblo. Moshé le ordena a Aharón que tomen un incensario con incienso, le coloque fuego y que se dirija con el mismo al encuentro del pueblo atacado. Aharón acata la orden de Moshé “Se puso de pie él, entre los muertos y los vivos y se detuvo la mortandad” (Versículo 13). Como consecuencia de la epidemia murieron 14.700 personas.
La reelección de Aharón (Versículos 16-24)
Al cesar la epidemia, Aharón debe ser reelecto. Dios le ordena a Moshé que tome una vara (un bastón de madera) de cada tribu, doce varas en total, escribir en cada vara el nombre de la tribu, y colocar las varas delante del Testimonio “y ocurrirá que el hombre que Yo elija, su vara florecerá” (Versículo 20). Al otro día, la vara de Aharón, que representa a la tribu de Leví, florece “sacó flor, echó brote e hizo crecer almendra” (Versículo 23). La vara quedó delante del Testimonio como señal para los hijos de Israel
Introducción al capítulo siguiente-no invadir el perímetro del Mishkán (Tabernáculo) (Versículos 27-28).
El próximo capítulo trata sobre las funciones de los Leviim en el cuidado del Santuario, a raíz de la queja del pueblo de Israel por sospechar que toda aproximación al Santuario puede provocar la muerte: “Se dirigieron los hijos de Israel a Moshé diciendo: "He aquí que hemos perecido; nos hemos perdido, todos los hemos perdido” (Versículo 26). La respuesta llegará en el próximo.
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