Un cántico de gratitud por la salvación (versículos 1-5)
El cántico comienza con un llamamiento a la gratitud “¡Oh Señor, Dios mío eres! Te ensalzaré, alabaré Tu Nombre, porque has hecho maravillas. (Tus) consejos, desde lejanos tiempos, son fieles y verdaderos” (versículo 1) y luego, hay un detalle pormenorizado sobre la salvación: Dios ha convertido una ciudad fuerte en un montón de escombros, una ciudad fortalecida en una “que nunca será reconstruída” (versículo 2). Al final del cántico, Dios es descrito como El que doblegó al enemigo.
Un “banquete” para los pueblos (versículos 6-8)
En este versículo es traída una descripción de Dios que reúne a los pueblos en Ierushalaim, y les realiza un banquete “un banquete de manjares pingües, banquete de vinos sobre las heces; de manjares suculentos”. La naturaleza del banquete y lo que allí acontece, plantea divergencias. Shadal )Shmuel David Luzzatto, 1800-1865) interpreta que se refiere a un banquete de alegría “y he aquí que Yeshaiahu utiliza aquí una parábola para decir que a través de la salvación que Dios le dará a Israel...hará un banquete para todos los pueblos, ya que todos se alegrarán y regocijarán con la caída de Bavel”. A diferencia de ello, Rabí Abraham ben Meir Ibn Ezra y Radak (Rabino David Kimhi) explican el banquete como un castigo a los pueblos: “y es mediante la parábola del vaso que tomarán allí, como dijo, que así como han tomado ustedes en mi monte sagrado, beberán todos los pueblos...y todo ello, como parábola de los incidentes de Dios, en los cuales unos matarán a otros, como dijo que se levantará la mano de uno contra su prójimo” (Radak). De todםs modos, el banquete tiene lugar como parte de la salvación del pueblo de Israel, ya sea si los pueblos participarán de la alegría de la salvación o si serán parte del castigo de los enemigos de Israel.
Un cántico de gratitud por la salvación (versículos 9-12)
La tercera parte del capítulo regresa al cántico de gratitud: “¡He aquí, éste es nuestro Dios, en Quien hemos esperado, que nos salvase! ¡Éste es el Señor, en Quien hemos esperado; alegrémonos y regocijémonos en Su salvación!” (versículo 9). En este fragmento Moav representa el mal, y en este contexto, se repiten conceptos del comienzo del libro sobre la humillación de los soberbios: “Y abatirá la fortaleza de tus altos muros; los humillará, los derribará por tierra, hasta el mismo polvo” (versículo 12).