En nuestro capítulo hay dos fragmentos que comienzan con las profecías “Ay”, y otras profecías relacionadas con ellas directa o indirectamente.
El sitio y la salvación repentina (versículos 1-8)
Este pasaje comienza diciendo “¡Ay de Ariel, de Ariel, ciudad donde habitó David!” (versículo 1). Ariel es Ierushalaim, y los versículos describen que Dios impone un sitio a Ierushalaim: “Y acamparé contra ti en derredor, y te cercaré con ejército obsidional, y levantaré contra ti máquinas de asedio” (versículo 3). Pero repentinamente, algo habrá de cambiar. Los pueblos que atacan militarmente a Ierushalaim, desaparecerán, y el sitio cesará “Y les sucederá como cuando un hambriento sueña que come, mas despierta, y está vacía su alma; o como cuando un sediento sueña que bebe, mas despierta, y he aquí que está desfallecido, y su alma está aún con ansia de beber; así será con la muchedumbre de todas las naciones que se pelean contra el monte de Tzión” (versículo 8). Es posible que el profeta se refiere a la maravillosa salvación de manos de Sanjerib y su ejército.
Los líderes del pueblo y los dirigentes ciegos (versículos 9-14)
El profeta se dirige a su público oyente y les dice “¡Deténganse y maravíllense! Gocen y cegaos todavía más! ¡Ebrios están, mas no con vino; tambalean, mas no a causa de licor fermentado! (versículo 9). El profeta describe a los líderes del pueblo y a los profetas que no analizan la realidad como deberían hacerlo, debido a que Dios ha cerrado sus ojos.
Luego, el profeta reprende también al pueblo por el hecho de que su temor reverencial no es sincero ni auténtico “Por cuanto este pueblo se (Me) acerca con su boca y con sus labios Me honran, pero alejan de Mí su corazón, y su temor de Mí es sólo un mandamiento humano aprendido” (versículo 13). Por consiguiente, Dios quitará la sabiduría de los sabios del pueblo, y también el consejo, exactamente como lo hizo con los profetas.
Reproche a los transgresores de manera oculta (versículos 15-16)
Este fragmento vuelve a comenzar con “Ay”: “Ay de los que ahondan el consejo, a fin de ocultarlo al Señor” (versículo 15). Hay personas que creen que pueden pecar de manera oculta, sin que Dios los vea, al decir “¿Quién nos ve?, ¿y quién nos conoce?” (versículo 15). El profeta los reprende y les deja en claro que la materia se levante contra el creador, y por consiguiente, tampoco ellos pueden pecar sin que Dios los vea.
Redención (versículos 18-24)
El último pasaje de nuestro capítulo aborda la redención. A diferencia de todo lo que hemos leído anteriormente, “en aquel día”, los sordos volverán a escuchar y los no videntes volverán a ver “Y los humildes aumentarán (su) gozo en el Señor, y los más desdichados de los hombres se regocijarán en el Santo de Israel” (versículo 19). Los pecadores no serán eliminados y los justos quedarán, y así llegará la redención “y que entonces los extraviados de espíritu conocerán la inteligencia, y los murmuradores recibirán la instrucción”-los sabios pronunciarán frases de sabiduría y no se equivocarán.