La alianza con Egipto (versículos 1-18)
Este párrafo comienza con el vocablo “Ay”, que caracteriza a todo este conjunto de capítulos. En este fragmento, el profeta reprocha al pueblo por confiar en Egipto y conformar con ellos una alianza “los que van descendiendo a Egipto, sin inquirir de Mi boca, para guarecerse en la fortaleza de Paró y para confiar en la sombra de Egipto” (versículo 2). El profeta le aclara a sus oyentes que la ayuda egipcia no será productiva: “Por tanto la fortaleza de Paró será vuestra vergüenza, y la confianza en la sombra de Egipto, vuestra confusión” (versículo 3). Además, el profeta amenaza a aquellos que confían en la ayuda de Egipto con una estrepitosa caída, y sólo algunos de ellos quedarán: “hasta que sean dejados como un palo alto en la cumbre de un monte, y como bandera sobre una colina” (versículo 17).
Palabras de consuelo a Israel (versículos 18-26)
En este pasaje, el profeta pronuncia conceptos de consuelo a Israel: el pueblo retornará a Dios, escucharán las palabras de Dios y del profeta, se terminará con la idolatría, y entonces: “Y Él dará la lluvia para tu sementera, con la cual sembrarás la tierra; y pan, del producto de la tierra, él cual será rico y nutritivo; y pacerán tus ganados en aquel día en pastos espaciosos” (versículo 23). El profeta concluye las palabras de consuelo, con una descripción de la redención: “También, la luz de la luna será como la luz del sol, y la luz del sol será septuplicada, como la luz de siete días; en el día en que vendare el Señor la quebradura de Su pueblo y sanare la llaga de su herida” (versículo 26).
La caída del enemigo (versículos 27-33)
En el marco del consuelo a Israel y de la redención que habrá de llegar, también el enemigo caerá. El profeta menciona explícitamente a Ashur (Asiria) “Porque con la voz del Señor será hecho pedazos Ashur, el cual solía (antes) herir con la vara (a las demás naciones)” (versículo 31). El profeta describe a Dios como aquel que luchará contra el enemigo “He aquí que viene el Nombre del Señor de lejos; arde Su ira, y es densa la humareda, Sus labios están llenos de indignación, y Su lengua es como fuego devorador” (versículo 27), y es El que habrá golpear al enemigo. La destrucción del enemigo provocó alegría en Israel “tendrán una canción como en la noche en que se observa fiesta solemne” (versículo 29).