Este capítulo inicia la segunda parte del libro Yeshaiahu, cuya temática central son las profecías de consolación. Dichos capítulos se caracterizan por las profecías cortas, que dificultan determinar si un pasaje de los versículos es una profecía independiente o forma parte de una profecía más amplia.
Palabras de consuelo (versículos 1-11)
En este párrafo, el profeta comienza con palabras de consuelo a Israel: “Consuelen, Consuelen a Mi pueblo, dice vuestro Dios” (versículo 1). El profeta describe cómo toda montaña, todo valle y toda colina empequeñecerán ante la gloria de Dios y la redención: “y será manifestada la gloria del Señor, y (la) verá toda carne juntamente, porque la boca del Señor lo ha dicho” (versículo 5). El profeta continúa describiendo a Dios como aquel que vendrá con fuerza y redimirá a Israel: “Como pastor apacentará Su rebaño; en Su brazo recogerá los corderitos, y (los) llevará en Su seno; conducirá suavemente a las recién paridas” (versículo 11).
La grandeza de Dios (versículos 12-31)
Este fragmento se divide en varios asuntos. Al inicio, el profeta comienza con preguntas retóricas, como: “¿Quién midió las aguas con el hueco de su mano, y tomó las dimensiones de los cielos con un palmo?” (versículo 12). El objetivo de esas preguntas es la comprensión de que Dios controla la creación del mundo y la historia. Así, en la continuidad del párrafo, el profeta contrasta entre los dioses paganos y Dios, y se burla de las estatuas y de sus adoradores. El profeta corona a Dios como aquel que creó el mundo y lo controla: “Levanten hacia arriba vuestros ojos, y vean: ¿Quién creó aquéllos? ¿Quién saca por cuenta su hueste? A todos ellos los llama por sus nombres; a causa de la grandeza de Sus fuerzas y la pujanza de Su poder, no deja de presentarse ni uno de ellos” (versículo 26).