Síntesis del capítulo, Yeshaiahu 60

Síntesis del capítulo, Yeshaiahu 60

Nuestro capítulo es una profecía de consolación para Ierushalaim, que es mencionada en la profecía en un lenguaje actual. La profecía trata sobre la grandeza y la gloria de Ierushalaim.

Apertura: la luz de Ierushalaim (versículos 1-2)

La profecía comienza con un llamado de aliento a Ierushalaim “¡Levántate, resplandece, (oh Tzión), porque ha venido tu luz, y la gloria del Señor ha aparecido sobre ti” (versículo 1). El amanecer y el resplandor  de la luz simbolizan el nuevo período con el que será bendecida Ierushalaim.

Ierushalaim será una piedra imantada para todos los pueblos (versículos 4-17)

Este pasaje comienza con un llamado de aliento “¡Alza tus ojos y mira alrededor! Todos se reúnen y vienen a ti” (vesículo 4), además de los hijos de Ierushalaim también llegan a ella muchos pueblos. La profecía menciona a: Midián, Eifá, Shevá, Keidar y Nevaiot. El profeta describe cómo los pueblos servirán a Dios en el Templo “subirán como ofrenda grata sobre Mi altar; y glorificaré la casa de Mi gloria” (versículo 7), y paralelamente, Ierushalaim se enriquecerá y se transformará en elevada y excelsa “y con ellos su plata y su oro, por amor al nombre del Señor, tu Dios, y a causa del Santo de Israel, porque Él te glorifica” (versículo 9). El profeta describe cómo, en el momento de la redención los pueblos servirán a Dios “Asimismo los hijos de tierra extraña edificarán tus muros, y sus reyes te asistirán... y a las plantas de tus pies se encorvarán todos los que te trataron con desprecio; y te llamarán "ciudad del Señor", "Tzión del Santo de Israel” (versículos 10-14).

Ierushalaim será establecida sobre la justicia social y la bendición no se apartará (versículos 18-22)

Este fragmento empieza diciendo “No se oirá más la violencia en tu tierra, la desolación ni la destrucción dentro de tus términos”, como parte del enfoque de que la redención traerá consigo también la justicia para el mundo. Dios promete que el rayo de Ierushalaim no habrá de caer, ya que Ierushalaim no se hará acreedora a la luz del sol sino que tendrá el mérito de la luz de Dios “porque el Señor mismo será tu luz eterna, y tu Dios tu gloria” (versículo 19). El profeta termina con una bendición y promete que cuando llegue el momento de la redención, ocurrirá rápidamente: “Yo, el Señor, Me apresuraré a hacer esto a su tiempo” (versículo 22).

 

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