Santificación del nombre de Dios

Santificación del nombre de Dios

A pesar de que el precepto de santificar el nombre de Dios, no se manifiesta única y exclusivamente a través de la entrega de la propia vida, esta situación es la que más se destaca, ya que así es como se revela que hay un valor superior a la propia vida de la persona.

En el capítulo 22 aparecen dos preceptos que forman parte de los pilares de la Torá: el precepto de santificar el nombre de Dios y la prohibición de profanar el nombre de Dios-“Y no habrán de profanar el Nombre de Mi Santidad, y seré santificado en el seno de los hijos de Israel” (Versículo 32). En base a este versículo el Rambam (Maimónides) en el capítulo 5 de Hiljot Iesodei HaTorá (Halajá 1) señala: “todo el pueblo de Israel ha recibido el mandamiento de santificar el nombre de Dios…y están advertidos acerca de no profanarlo”.

En la continuidad de sus conceptos el Rambam detalla el sentido práctico de este precepto, y de dichos conceptos se infiere que la santificación del nombre de Dios y su profanación se manifiestan entres situaciones de la vida humana:

La primera situación, la más conocida, es un estado excepcional, en el cual la persona debe entregar su vida por los preceptos “que no deben ser transgredidos incluso cuando la consecuencia de ello sea morir”. La segunda situación es un estado normativo, en el cual son evaluadas las acciones diarias de la persona para bien y para mal a la luz de sus intenciones en el cumplimiento de los preceptos Divinos: “Todo aquel que transgrede intencionalmente algunos de los preceptos de la Torá, con la única intención de provocar enojo está profanando el nombre de Dios…y todo aquel que se aleja de la transgresión o que cumplió un precepto…está santificando el nombre de Dios” (Hiljot Iesode iHaTorá, Halajá 10)

La tercera situación tiene que ver con las formas de conducta moral de una persona del pueblo de Israel, incluso cuando no pueden ser definidas en términos de precepto o transgresión: “Y hay otros hechos que reflejan la profanación del nombre de Dios; y se refiere a lo que realiza un hombre importante y erudito de la Torá y conocido por su cualidad piadosa al que las personas lo imitan en sus malas acciones aunque no sean transgresiones-ese hombre está profanando el nombre de Dios…y si la persona sabia fue muy cuidadosa en sus actos, y hablaba correctamente con las personas, y se preocupaba por ellas…al punto que todos lo aclamaban,apreciaban y querían imitar sus acciones…esta persona ha santificado el nombre de Dios” (Hiljot Iesodei HaTorá, Halajá 11).

A la luz de los conceptos del Rambam debemos preguntarnos ¿cómo se arraigó en la conciencia de la nación el precepto de santificar el nombre de Dios como vinculada precisamente a la primera situación, de entrega de la vida en casos excepcionales y particulares? Parece ser que dicha situación es un indicador ubicado como faro en la cumbre del precepto de santificar el nombre de Dios, y esclarece justamente desde lo más elevado sus pilares. En el momento en que la persona del pueblo de Israel tiene la voluntad de entregar su alma en favor del nombre de Dios, en efecto revela que hay un valor aún más valioso, no sólo más valioso que otros valores de la vida de la persona sino que su propia vida, y no hay una santificación del nombre de Dios superior a ella.

Editado por el equipo del sitio del Tanaj de la serie "Meat min Haor", publicada por la Biblioteca Beit El con la colaboración de la organización "Orot".

 

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