La postura del Rambán es que toda persona puede cumplir toda la Torá tal como está escrita y en su lenguaje, y aún así, ser “Nabal birshut haTorá”, es decir, una persona malvada en el marco normativo de la Torá. La observancia estricta de la Halajá (ley religiosa judía) es una condición elemental pero no una condición suficiente para ser un auténtico servidor de Dios.
La Halajá no puede definir todos los detalles pormenorizados de los hechos existentes en el mundo, y al respecto expresó Kohelet, Eclesiastés, “Y otro sí, hijo mío, cuídate: hacer libros muchos, no hay fin, mientras que la lectura profusa es cansancio de la carne” (Kohelet capítulo 12, versículo 12). No solo esto, sino que existen numerosos campos de conceptos opcionales, a los cuales la Halajá los dejó en manos de la persona y supeditados a su libre albedrío. En la Halajá, hay también numerosas disciplinas vinculadas al sentimiento, y no hay posibilidad alguna de definirlas con criterios prácticos y externos. Es por ello que el Soberano del mundo ordenó dos preceptos generales:
El primero, concerniente al vínculo entre la persona y Dios, y es el título de la Parashá (sección) Kedoshim “Serán consagrados” (Vaikrá capítulo 19, versículo 2). Este precepto nos enseña a ser personas consagradas no solamente en el sentido formal de los criterios de la Halajá, sino también en la preservación del espíritu de la Halajá y su tendencia.
El segundo, es el que figura en nuestro capítulo “habrás de hacer lo recto y lo bueno a ojos de Adonai” (Versículo 18). Y esta es una gran cosa, debido a que no es posible mencionar en la Torá todos los hábitos de la persona con sus vecinos y amigos, y toda su conducta comercial y todos los reglamentos de las naciones, pero tras mencionar a muchos de ellos, como por ejemplo no difundirás la difamación entre la gente de tu pueblo, no te vengarás ni guardarás rencor, y no permanecerás (como cómplice) ante la sangre de tu prójimo, no habrás de maldecir al sordo, ante las canas te pondrás de pie, y otras similares, volvió a manifestar en forma general que actúe en forma buena y correcta en todo, con compromiso y más allá de la letra de la ley, tal como fuera mencionado “en la ley que establece que el vecino tiene prioridad para comprar el campo lindante con el suyo, en caso que el mismo fuera vendido”, e incluso lo que expresaron “que se dirige a toda persona con calma”, hasta que la persona sea calificada en todo, como íntegra y correcta”.
Por lo tanto, hacer lo honesto y lo bueno debe ser prioridad en nuestro pensamiento. No solo eso, sino que ello además es una notable santificación del nombre de Dios, cuando aquellos que pregonan el nombre de Dios en el mundo, se reflejan como los guías para una vida ética y de valores. Los servidores de Dios, por ejemplo, no bajan archivos ilegales (incluso cuando puede ser discutido en el ámbito de la Halajá, la ley religiosa judía, si es que se trata de hurto o no) ; no se hacen pasar por otros en la red de internet debido a que ello no es lo bueno y lo honesto; se preguntan a sí mismos si esta acción es moral o no, y buscan la vía para encaminarse en la senda de Dios, haciendo lo bueno y lo honesto.
Editado por el equipo del sitio del Tanaj.
Gentileza del sitio de la Academia Rabínica "Orot Shaul".