Aparentemente, podríamos pensar que el sacrificio de holocausto, que es ofrendado íntegramente a Dios, expresa el punto más elevado en el servicio a Dios. Sin embargo, según Jaza”l (nuestros Sabios de Bendita Memoria) los no judíos se ven impedidos de traer justamente el sacrificio de Shelamim, el único sacrificio que también el judío consume. Esta ofrenda refleja nuestro ideal religioso: el apego a Dios sin dejar de lado la vida humana.
El Rabino Kuk sostenía que una de las marcadas diferencias entre el judaísmo y el cristianismo es la forma de relacionarnos con el cuerpo y con la vida en este mundo: las naciones del mundo no pueden comprender cómo es que la carne se santifica, cómo es que las funciones materiales se convirtieron en ideales (Orot, página 71). Esta diferenciación es muy clara en todo lo concerniente al cristianismo católico, que desde su inicio abogó por el celibato, el ascetismo y la negación de este mundo.
La Guemará y el Midrash citan la controversia en relación a cuáles fueron los sacrificios que sacrificaron los “hijos de Noaj”, es decir-las naciones del mundo, antes de la salida de Egipto (Tratado de ZevajimKatán 71; BereshitRabá 22, 5). El punto central de la controversia es si acaso los hijos de Noaj podían ofrendar el sacrificio de Shelamim. ¿Cuál es el significado de dicha controversia?
El sacrificio de Shelamim, como es descripto en las secciones de Vaikrá y Tzav, es excepcional y singular: al traer dicho sacrificio, aquellos que lo traen tienen la posibilidad de consumir parte de la carne. Todos los otros sacrificios son elevados sobre el altar, y ocasionalmente parte de ellos es consumido por los Cohanim (Sacerdotes); sólo en el sacrificio de Shelamim, también el judío simple que ofrenda este sacrificio participa del servicio, y come parte del sacrificio.
Los sacrificios de Shelamim representan la vida humana normal, combinada con el supremo acto de servir a Dios. Algunos explicaron que justamente éste es el motivo por el cual los hijos de Noaj no traen el servicio de Shelamim: el servicio Divino de los no judíos, como se manifiesta en el cristianismo y en otras confesiones, implica una desconexión del mundo. Las religiones gentiles no conciben la vía del servicio Divino expresada a partir de una vida humana plena. Esa es la singularidad de los sacrificios de Shelamim, que es también la singularidad del pueblo de Israel.
Aparentemente podríamos decir que precisamente el sacrificio de holocausto, totalmente sacrificado para Dios e íntegramente quemado, es el que expresa la suprema aproximación a Dios, y es el que distingue al pueblo de Israel. Hay un mensaje profundo en el hecho de que el punto culminante de las relaciones entre el pueblo de Israel y Dios es justamente el sacrificio en cuyo procedimiento está incluido el simple consumo humano.
Por consiguiente, el sacrificio de Shelamim expresa el acercamiento a Dios. El vínculo entre Dios y la persona llega a su máximo nivel no a partir del celibato o el ascetismo, sino precisamente en la vida humana saludable y natural, por supuesto- a la par de la aceptación del yugo de los preceptos de Dios.
Editado por el equipo del sitio del Tanaj del libro "Perashot" publicado por "Maaliot"