Nuestro capítulo describe, a través de diversos recursos literarios, la destrucción y la desintegración del universo. En momentos en que todo colapsa y se desintegra, hay sólo un elemento estable-el poder de Dios.
La forma del capítulo es muy adecuada a su contenido, que anuncia la destrucción y la desintegración-todo es confuso, se precipitan las palabras y también los acontecimientos. En los primeros 15 versículos hay alrededor de 40 verbos-las acciones se suceden unas a otras, y no tenemos tiempo de respirar entre las diversas actividades, todo llega demasiado rápido.
Asimismo, hay un uso recurrente de raíces similares, y continuas repeticiones de sonidos idénticos que aportan a la fluidez de la lectura, al dinamismo y a la interminable sensación de cambio de todos los acontecimientos.
Otro elemento que aumenta el efecto es el gradiente del deterioro de la situación. El comentarista Malbim (Rabí Meir Leibush ben Iejiel Michel Wisser, 1809-1879), en su comentario al versículo 4, nos describe la destrucción paso a paso: primero, “la tierra se pone de luto”, ya que no hay nadie, “y se marchita”, porque nadie la trabaja. Después de ello, “el mundo desfallece y se marchita”-también fueron destruidos los sitios poblados, y finalmente “desfallece la gente encumbrada de la tierra”, que refiere a la ciudad real. Según el comentarista Malbim, en este versículo se refleja un deterioro continuo. Así también, en todo el cántico se refleja una sensación de destrucción y deterioro, que no tiene freno.
Algunas frases de la profecía evocan el episodio del diluvio, lo que aumenta la sensación de destrucción e incrementa el desaliento: en el versículo 18 aparece una mención clara: “porque las ventanas desde lo alto están abiertas y bambolean los cimientos de la tierra” (versículo 18). En el versículo “Tambalea la tierra como un borracho; se columpia de acá para allá como una choza ”(versículo 20), se puede ver una evocación del Arca de Noaj (Noé), sino que en esta ocasión no es el arca la que se mueve y tambalea, sino toda la Tierra. El versículo continúa, diciendo-el arca de Noaj se salvó pero la Tierra caerá “y no volverá a levantarse” (versículo 20). Todos estos recursos literarios crean para nosotros un impactante poema de destrucción, que se lee de una manera rápida e interminablemente sorprendente, mientras que en el contexto resuena la destrucción del diluvio.
Sólo, después de todo esto, llega el final del capítulo, la estabilidad. Después de toda la destrucción, el miedo y la agitación, asoma una isla de estabilidad-el gobierno de Dios. Dios ordena el cielo y la tierra, reina en el Monte Tzión y permanece estable frente a la sombría naturaleza.
Los referentes que escriben en esta sección son miembros de la organización NAJAT-jóvenes amantes del Tanaj, un Centro de Estudios de Tanaj para la Juventud