Un censo innecesario

Un censo innecesario

Un censo que se realiza en la previa de la salida a la guerra, es en efecto, legítimo, no obstante David contó al pueblo como parte de los modales reales.

¿Cuál fue el pecado de David al tener la iniciativa del censo, si de hecho, en la época del desierto se registraron dos censos del pueblo, uno en la Parashá (sección) Bamidbar, el censo de la generación que salió de Egipto, y el segundo en la parashá Pinjás, el censo de los conquistadores de Kenaan?

El comentarista Rashi (En el libro Bamidbar 1,2) explica que la Torá no acepta el censo como un valor en sí mismo y advierte: “para que no haya en ellos mortandad, al censarlos” (Shemot 30, 12). Es por ello que explica que también el censo en la época del desierto fue realizado mediante “Shekalim por cabeza”. Pero ya Abarbanel  planteo el interrogante: en ocasión de la construcción del Mishkán, el Tabernáculo, se recolectaron los Shekalim para los pilares del Mishkán, mientras que aquí, la colecta de Shekalim parece como una “artimaña” destinada a evadir la prohibición halajica, sin que quede anulada la razón básica de la prohibición. Por esta razón, también el comentarista Rambán (Najmánides) establece, a raíz del Midrash, que no debe contarse al pueblo, aun mediante el medio shekel, cuando no hay necesidad de ello. En ese caso, pues, resurge la pregunta: ¿Por qué era necesario un censo en la época de Moshé?

El comentarista Rashbam responde al interrogante con simpleza: se trata de un censo militar, con el propósito de consolidar al ejército, en la previa de la contienda prevista y por consiguiente, son computados solamente los soldados y no todo el pueblo, las mujeres, los ancianos y los infantes. Rambán, que también sigue esta lógica de pensamiento, señala “que la Torá no confiará en un milagro, en el que uno persiga a mil”.

Los conceptos del comentarista Rambán, deben ser profundizados y puntualizados: no sólo que no se debe confiar en el milagro Divino, sino que Dios le exige a Israel que, desde el inicio, participe del precepto de la conquista de la tierra y el asentamiento en ella, y no está dispuesta a entregárselas en “un bandeja de plata”. El censo militar es, tal vez, una herramienta funcional a la necesidad de los aprestamientos para la batalla. Sin embargo, si toda la tendencia no es más que una jactancia ociosa, a fin de enaltecer el honor del rey y su reino, pues queda invalidado, tal como le fuera prohibido al rey tener muchos caballos, sin necesidad alguna (Devarim, capítulo 17, versículo 16).

Este es el pecado de David, que contó al pueblo, sin contemplarlo como parte de los aprestamientos para la batalla.

Editado por el equipo del sitio del Tanaj, extraído de la colección “Meat min Haor”, ediciones “Biblioteca Beit El”, junto al movimiento “Orot”

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