Un reinado al estilo de Tiro

Un reinado al estilo de Tiro

 

Ajav se mostró impotente ante Navot. Pero Izevel estaba decidida y firme en su idea de darle una lección a Ajav. Ella le habrá de mostrar cómo se hace un reino al estilo de Tiro.

Ajav, al estar frente a Navot se sentía impotente. El rey estaba sujeto a la ley como cualquier ciudadano y no se le pasaba por la cabeza violar el marco de la ley y la tradición de generaciones, incluso si ello congelaba sus planes.

Pero Izevel estaba completamente decidida a darle una lección a Ajav. Ella le mostrará cómo se lleva cabo un reinado al estilo de Tzor, Tiro. Izevel no reconocía ninguna autoridad por sobre el rey. En Tzor, la voluntad del rey era la ley, y el rey no vacilaba en avasallar a sus súbditos en función de sus necesidades. Izevel no le compartió explícitamente a Ajav su plan, y con una serie de acciones decisivas y vigorosas le entregó la cabeza de Navot.

Pero hasta Izevel comprendió que el rey de Israel tiene limitaciones, y supo actuar en el marco de la ley, utilizar el derecho para darle a sus acciones una imagen legítima y una idiosincrasia israelita, aún cuando creía que ello era completamente innecesario ya que su facultad para actuar estaba por sobre la ley. De todos modos, luego Izevel acusó a Navot de dos cosas: “¡Navot ha blasfemado a Dios y al rey!” (versículo 13). El reino era percibido por ella como Divino, y que una rebelión contra el rey era una rebelión contra Dios.

Cuando quitamos la cáscara de su percepción pagana queda claro que Izevel utilizó la ley de la Torá a fin de derrotar a Navot. En efecto, la Torá le ordenó a la persona temer a Dios y temer al rey: “A los jueces no habrás de injuriar Y a un jefe de tu pueblo no habrás de maldecir” (Shemot, capítulo 22, versículo 27), advirtió sobre el Rey supremo, y aquel que reina en la tierra (Comentario del Rambán). La persona recibió al mismo tiempo la prohibición de maldecir a Dios y al juez. El apelativo “Elohim”  concedido al juez y al rey, manifiesta su poder y dominio, los eleva y les otorga un aura a su autoridad, y relaciona y ata este poder a la fuente Divina.

El rechazo de un ciudadano al pedido del rey era considerado a ojos de Izevel como una rebelión contra el reino, mucho más aún lo era la dura expresión de Navot, en la cual se insinuaba una confrontación de principios con Ajav. Eso le hizo percibir una manifiesta subversión. La acusación y el juicio de Navot: “¡Navot ha blasfemado a Dios y al rey!” (versículo 13), no fueron una invención lejana.

Editado por el equipo del sitio del Tanaj, extraído del libro “Mikdash Melej-Iyunim beSefer Melajim”, de ediciones Midreshet HaGolán

 

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