Una cura en la previa de la redención

Una cura en la previa de la redención

El profeta establece un nexo entre el renacimiento de la tierra y la resurrección del hombre y el pueblo, de los males del exilio, y fortalece la comprensión de que la rehabilitación espiritual implica la mejora de la condición física de la persona.

Son muchas las profecías de consolación en el Tanaj, muchas de las cuales se encuentran en el libro de Yeshaiahu, y difieren entre sí. La naturaleza del consuelo se ve influenciada por el particular estilo de cada profeta, pero también por la angustia de su época, contra la cual procura ofrecer consuelo. En contraste con el hambre, debe describirse la saciedad, en contraste con la guerra-la paz, etc. Más allá de eso, las profecías de consolación son también distintos enfoques ideológicos, a veces se complementan y ocasionalmente, compiten entre sí. Están los que sostienen que el profeta espera un mundo en el cual “habitará el lobo con el cordero”, y el valor principal enfatizado en sus conceptos, es la paz entre todas las criaturas del mundo, y están los que argumentan que el profeta aboga por un mundo en el que el pueblo de Israel controlará a todos los pueblos que vendrán a servirlo y están los que consideran la expectativa de un mundo en el que todos conocerán a Dios y la tierra se colmará del conocimiento de Dios. El capítulo 35 de Yeshaiahu aborda la mejora y perfeccionamiento de la Tierra de Israel y del pueblo que regresa a la misma y se asienta nuevamente en ella: “Y los rescatados del Señor volverán, y vendrán a Tzión con canciones, y regocijo eterno encontrarán en ella” (versículo 10).

Luego de que en el capítulo 33 Yeshaiahu describiera la desolación de las franjas de la tierra: “La tierra está de luto y desfallece; el Levanón está avergonzado y languidece; Sharón se ha tornado en desierto, y el Bashán y el Carmel sacuden (sus hojas)” (capítulo 33, versículo 9), se requiere un consuelo apropiado: “Pero se alegrarán el desierto y el sequedal, y el yermo se regocijará y florecerá como la azucena. Florecerá abundantemente y se regocijará hasta con alborozo y con canciones. La gloria del Levanón le será dada, la hermosura del Carmel y del Sharón” (capítulo 35, versículos 1-2).

En contraste con el miedo que se apoderó de los pecadores y el temblor en los hipócritas (capítulo 33, versículo 14), se impone fortalecer las manos débiles y afianzar las rodillas vacilantes (capítulo 35, versículo 3).

La innovación de la profecía de consolación en nuestro capítulo se halla en el nexo que genera entre el renacimiento de la tierra y la resurrección de la persona y el pueblo de los males del exilio, los psíquicos y los materiales: la apertura de los ojos de los ciegos y los oídos de los sordos, el canto de los mudos y el salto de los cojos, cual si fueran ciervos (versículos 5-6), esas son expresiones simbólicas-metafóricas, pero también concretas-reales. En base a esta profecía y a otras similares, el Rabino Kuk nos enseñó acerca de la importancia de un cuerpo sano para el establecimiento de un alma sana, tanto para la persona como para el pueblo. La rehabilitación espiritual implica la reparación de la condición física de la persona. La redención de la tierra comienza con la prosperidad material, con la producción de sus frutos y el bienestar económico. Esto constituye la base para la aparición de la senda sagrada por la cual transitarán los redimidos (versículos 8-9).

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