Iftaj, en el marco de su guerra contra los varones de Efraim cerró todos los pasos, él se vengó sin piedad y sin concesiones, y por ello tampoco a él le dieron concesiones y no se encontró posibilidad alguna de anular su promesa.
Tras la guerra y la victoria contra los Amonitas, Iftaj regresó a Mitzpé Guilad y halló su casa destruida, y he aquí que repentinamente debía afrontar una amenaza de otra clase: los hombres de Efraim se ofendieron y amenazaron con incendiar su casa. No aparecieron para ayudar a la gente de Guilad al surgir la amenaza amonita o en tiempos de guerra, pero vinieron a luchar por el liderazgo y el gobierno.
Esto es característico de los varones de Efraim en nuestro libro, quienes así actuaron con Guidón (Capítulo 8, versículo 1) pero aquí los hechos son más graves. Ante Guidón se presentaron los varones de Efraim después de que participaron en la guerra, tomaron los pasos del Iardén (Jordán), derrotaron a los midianitas y arrestaron a Orev y Zeev, y por consiguiente tenían el derecho de ser partícipes del liderazgo; mientras que en esta ocasión estaban ajenos a la cuestión, y ahora llegaron para generar la disputa y rechazaron en forma condescendiente los esfuerzos de Iftaj por consentirlos.
Iftaj era una persona amargada, harta de luchas por el poder y el prestigio y siente una presión personal en un momento difícil en el ámbito de su hogar, y a pesar de ello intentó responderles a los hijos de Efraim con conceptos evidentes, tal como lo hizo con el rey de Bnei Amón. Al no ser correspondido reaccionó enérgicamente y libró contra ellos una guerra de exterminio. Al igual que Guidón que castigó a la gente de Penuel, también él optó por castigar pero no se conformó con una clara definición, sino que actuó contra ellos con espíritu de venganza y sumamente cruel. La eliminación de los sobrevivientes de Efraim sobre el Iardén, cuarenta y dos mil, reveló la profundidad de su amargura y el odio que desarrolló en su sentimiento.
Los Sabios implicaron la promesa de Iftaj con su guerra contra Efraim, lo acusaron de ella y vieron en su promesa un castigo por su guerra:
“La hija de Iftaj se presentó ante el Sanhedrin y no encontraron atenuante para anular su promesa-por el pecado cometido al masacrar a los miembros de la tribu de Efraim” (Tanjuma Bejukotai 5).
A Iftaj no le quedó otra alternativa para su promesa, ya que él cerró todas las opciones, se vengó sin piedad y sin concesiones, y por ende, tampoco él tuvo concesiones y no se encontró atenuante para anular la promesa.
Editado por el equipo del sitio del Tanaj, del libro “Oz Vaanavá-Iyunim beYehoshua veShoftim”, publicado por Midreshet Hagolán.