Comienza por la crítica

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Yehoshua no comenzó la descripción histórica del nacimiento del pueblo en el éxodo de Egipto sino que lo hizo con el hecho de que nuestros antepasados practicaron la idolatría. A lo largo de todo su discurso Yehoshua hace hincapié en la bondad divina ya que solo por ella el pueblo alcanzó lo que logró. A la luz de ello él le exige al pueblo que elijan el camino de Dios por propia voluntad.

Yehoshua resume la historia del pueblo “Vuestros padres desde antaño habitaron del otro lado del río (Éufrates). Teraj, padre de Abraham y de Najor; y servían a dioses extraños” (Versículo 2). En lugar de iniciar la descripción de la historia nacional con la salida de Egipto, Yehoshua comenzó con su prehistoria, y en lugar de enfatizar la elección de Abraham, el padre de la nación, Yehoshua presentó un origen simple-Teraj. A continuación, en sus palabras, Yehoshua lo ignoró y no recordó el evento del monte Sinai, que reflejó el punto culminante de la formación de la nación.

Está claro que Yehoshua no hablaba como historiador sino como predicador (reprobador) y tomó del pasado del pueblo los puntos importantes desde el aspecto metódico. Yehoshua optó por comenzar con el punto de inicio más lejano y más bajo-el pecado y la perversión original “y servían a dioses extraños” (Versículo 2). Él desvío el punto de mayor gravitación en la historia de Israel de lo tradicional y no presentó la grandeza y la moral de los patriarcas, ni tampoco su apego a Dios y su fortaleza para superar las pruebas sino que describió el movimiento divino en el cual el ser humano no toma parte: “Y yo tomé a vuestro padre, a Abraham… y lo conduje…y aumenté su descendencia, y le di a Itzjak… y yo envié a Moshé y a Aarón, y herí a Egipto” (Versículos 3 y 5).

La bondad divina apareció aquí en forma completa y decisiva, sin que frente a ella haya sido puesto sobre la balanza algún mérito del pueblo. Todo fue recibido por el pueblo por bondad y sin alguna razón evidente.

A raíz de esta singular evaluación histórica Yehoshua presentó ante el pueblo la demanda de elegir en forma voluntaria agradecer al creador y asumir el yugo celestial. Yehoshua se abstrajo del evento en el monte Sinai ya que no se conformaba con la entrega de la Torá celestial, y le exigió al pueblo volver a recibirla por propia voluntad. Hasta aquí todo fue realizado por providencia de la bondad divina; ahora al llegar el pueblo de Israel a su tierra, debe justificar todo lo recibido con total gratitud y libre albedrío, asumiendo el yugo celestial.

Editado por el equipo del sitio del Tanaj, del libro “Oz Vaanavá-Iunim beYehoshua veShoftim”, ediciones “Midreshet Hagolán”.

 

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