La apertura del episodio del ídolo de Mijá describe a personas íntegras que desean servir a Dios; pero a partir de la ignorancia y la falta de guía sacerdotal halájica-lo hacen de modos prohibidos y de esa forma transgreden sus mandamientos.
En nuestro capítulo hay tres figuras centrales: Mijá, la madre de Mijá, y el joven Leví (Levita). Los tres personajes no son caracterizados como malvados que provocan el enojo, por el contrario-puede verse que poseen muchos signos de temor celestial: el nombre de Dios está siempre presente en la boca de la madre de Mijá; y el mismo Mijá se entusiasma y prioriza al joven Leví por sobre su hijo como sacerdote en el altar, a partir del intento de aproximarse a los mandamientos de la Torá que acerca a la tribu de Leví al sacerdocio.
No obstante, todo esto puede ser definido como “tu intención es buena, mas tus actos no son los deseados”. Este hecho sobresale en los conceptos de la madre de Mijá sobre la consagración de la plata: “Consagrar había consagrado ese dinero al Eterno… para hacer un ídolo y una imagen de fundición” (Versículo 3). A pesar de que la intención de Mijá era “en aras del cielo”, él provocó que miles y tal vez decenas de miles pecaran cometiendo idolatría, simplemente porque no sabía que ello está prohibido.
La amplia brecha que encontramos aquí, entre las intenciones de Mijá y su conocimiento en materia de Halajá (ley religiosa judía), puede ser atribuida en gran medida a la ausencia del padre en el relato; pero más allá de eso se destaca la falta de las figuras centrales cuya función es la de enseñar a los hijos de Israel la Torá y los preceptos-los Cohanim (Sacerdotes).
La ausencia de los Cohanim en el seno del pueblo de Israel y su concentración en un sitio-alrededor del Mishkán (Tabernáculo) en Shiló, ocasionó esta gran brecha entre los objetivos a los que aspiraba gente como Mijá, con el conocimiento de la Halajá en la práctica.
En cierto aspecto, este estado de cuestiones da cuenta de la descripción de la corrupción que caracterizaba al Mishkán en la apertura del libro Shmuel I y la desconexión del pueblo de él y de la palabra de Dios verdadera-“Y la revelación del Señor era rara en aquellos días” (Shmuel I, capítulo 3, versículo 1).
El centro que se constituyó en la casa de Mijá, colmado de principios elevados con el deseo de aproximarse a Dios, la hospitalidad y la preocupación por el otro; pero también en materia de idolatría, incumplimiento de juramentos y superficialidad. En comparación con ello, en el Mishkán de Shiló se mantienen la preservación de la Halajá y el estudio de la Torá, pero el verdadero objetivo del Mishkán y sus Cohanim-el de servir al pueblo y acercarlo a Dios-fue dejado de lado.
Los referentes que escriben en esta sección son miembros de la organización Najat-jóvenes amantes del Tanaj, que es la sede del estudio del Tanaj por los jóvenes.