El valor de los preceptos fáciles

El valor de los preceptos fáciles

Rashi explica las palabras “Y será por cuanto hayan entendido” (Versículo 12) de modo que Dios preservará su promesa si nosotros habremos de observar los preceptos accesibles que repetimos en forma permanente. La verdadera prueba del judío no radica en las ceremonias, sino precisamente en la lealtad diaria a Dios en cada uno de los actos, ya sean pequeños o importantes.

La parashá (sección) de Ekev comienza con una promesa condicional:

“Y será por cuanto hayan entendido las leyes estas, y las cuiden y las cumplan, guardará Adonai, tu Dios, para ti, el pacto y la benevolencia, que ha prometido a tus patriarcas” (Versículo 12).

Rashi cita una explicación original para la condición “Y será por cuanto hayan entendido”: “si habrán de entender los preceptos fáciles que repiten permanentemente…(pues entonces) Dios habrá de mantener su promesa”. Precisamente, el hecho de ser estrictos con los preceptos fáciles nos asegura una recompensa y una paga. ¿Por qué la recompensa depende justamente de los preceptos fáciles? ¿Acaso no hay aquí una exageración en la recompensa y el castigo de las pequeñas transgresiones, de los preceptos pequeños?

Es posible explicar que la intención de Rashi es la de decir que la persona debe cumplir incluso los preceptos fáciles. Pero es probable que Rashi  incrementa la recompensa de los preceptos fáciles, no a pesar de que son fáciles, sino precisamente porque son así: los preceptos fáciles tienen un valor particular, los preceptos que no son críticos. Precisamente por ser preceptos que no provocan entusiasmo, su cumplimiento manifiesta una entrega verdadera a Dios. No representa nada grandioso gritar “Adonai es el Dios” al final de la plegaria de Neilá en Iom Kipur. Es un momento dramático, lleno de entusiasmo y conmoción espiritual. Es mucho más difícil levantarse en la época de vacaciones para rezar con Minián o dirigirse al otro extremo del parque para buscar agua para el lavado de manos. El hecho de que se trata de un precepto fácil, que no entusiasma, asegura la pureza en la intención de aquel que lo ejecuta, y su entrega a Dios.

Los preceptos fáciles tienen una fuerza enorme, no sólo porque dan cuenta de una entrega auténtica, sino también porque poseen un alto valor, principalmente como herramienta educativa. Justamente la práctica cotidiana prosaica y ardua, puede crear en la personalidad un compromiso estable y sólido con Dios y sus preceptos. El entusiasmo excepcional desaparece del mismo modo que aparece; una práctica diaria ordenada y fija deja una impronta en la personalidad, que no será borrada rápidamente.

Editado por el equipo del sitio del Tanaj del libro "Perashot" publicado por "Maaliot".

 

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