En dos ocasiones, David se dirigió al campo de los pelishtim. En ambos casos, no se trató de un capricho carente de toda lógica sino de un plan calculado. Pero mientras que en la primera oportunidad fue en concepto de un pedido de gracia, he aquí, que en esta ocasión, se dirige hacia ellos como quien tiene un estatus que debe ser considerado y reconocido por su poder y posición.
La primera oportunidad en la que David se dirige hacia los pelishtim (Capitulo 21), aparentemente, carece de toda lógica y se contempla como una medida de desaliento, que termina en locura y destrucción. Sólo hace un tiempo lo mató a Goliat, y el hermano de Goliat era el custodio de Ajish y aun la sangre no fue absorbida.
Ahora, David regresa al encuentro de los filisteos, siendo el jefe de un batallón, y entonces, el paso es considerado como inteligente, lógico y políticamente realista. La sangre de Goliat ya fue absorbida, y David tiene algo para ofrecerle a Ajish.
El hecho demuestra que también la primera vez que fue, se trató de un acto calculado y posible, y no de una medida apresurada, como señal de desaliento. La primera ocasión en la que David se dirige al encuentro de los filisteos, pasó por Nob, y allí tomo fuerza y fortaleza espiritual para su nueva senda, peligrosa y sinuosa-tras la consulta realizada a D-s. Emprendió su camino rumbo al encuentro de los filisteos, munido de la guía y la promesa Divina. También en la segunda ocasión, lo acompañaron un profeta y el “Urim veTumim”, el Pectoral. No se trata de un capricho carente de lógica sino de un plan calculado. Su partida al encuentro de los pelishtim, fue una demanda celestial.
Los patriarcas se dirigieron al encuentro de los filisteos y volvieron a ir, a pesar de que dicha relación fracasó una y otra vez. Parece como si fueron empujados por un impulso superior, que obliga al vínculo con los filisteos. También Shimshón, quien comenzó su gestión salvando a Israel de manos de los pelishtim, le fue exigido ir nuevamente hacia ellos. El descenso de David, al encuentro de los filisteos, es quizá, la senda a raíz de los patriarcas. La primera vez, caracterizada por su soledad y excepcionalidad, se parece a la de Shimshón, y finaliza, al igual que en el caso de Shimshón, en la devastación. Pero David regresó a ellos, al mando de un batallón, a partir del surgimiento del reinado. En esta oportunidad, no llega con un pedido de gracia, sino que se presenta como alguien que tiene un estatus, que debe ser considerado y reconocido por su poder y su posición. No se trata solamente de una fuga y una salvación personal, sino de algo más.
Editado por el equipo del sitio del Tanaj, del libro “Oz Melej-Iyunim besefer Shmuel”, Ediciones Midreshet Hagolan.