Iehudá y Iosef recibieron sus tierras en herencia aún en el Guilgal, mientras que el resto del pueblo se relajó y las tomaron tras la llegada a Shiló. Parece que estas dos tribus tienen un vínculo singular con su heredad, un vínculo que se pone de manifiesto en el hecho de que lograron sus tierras aún antes del descenso a Egipto.
La distribución de la tierra no fue ejecutada de una vez para todas las tribus. Dos tribus, Iehudá y Iosef, exigieron su parte de la tierra por su propia iniciativa y la recibieron antes de la distribución general de las tierras en herencia por sorteo (Capítulos 14-17). Los líderes de ambas tribus, Yehoshua y Caleb, se vincularon con suma devoción con la tierra y lucharon contra los espías, y por ello, se hicieron acreedores a una heredad particular. Las dos tribus tienen un relato sobre heredades personales especiales y ambas tribus tienen un episodio alusivo a la heredad de mujeres: en el caso de la tribu de Iehudá, el episodio de Ajsa (Capítulo 15) y en el caso de Iosef, el episodio de las hijas de Tselofjad (Capítulo 17).
En realidad, las dos tribus no exigieron un bien sino que buscaron un desafío. Ellas no recibieron la tierra en una bandeja de plata sino el derecho a luchar por ella. Se dirigieron a conquistar sus tierras por medio de la guerra contra el enemigo cananeo y contra las fuerzas de la naturaleza. De ese modo, Iehudá y Iosef demostraron su primogenitura como tribus líderes y como dirigentes en Israel.
Las dos tribus lograron sus tierras en el Guilgal cuando el pueblo aún se hallaba en el campamento de guerra alrededor del Mishkán (Tabernáculo). Las otras tribus eran perezosas y no buscaban sus tierras, llegaron a ella solamente después de desarmar el campamento y establecer el Mishkán en Shiló, y después de que Yehoshua los regañó y los presionó para que lo hicieran (Capítulo 18, versículo 3) y a través de la suerte (Capítulo 18, versículos 5-6)
El mérito de las dos tribus de lograr su tierra fuera del marco general del sorteo, da cuenta del vínculo especial con su tierra. Y en efecto, ellos lograron poseer sus tierras incluso antes de descender a Egipto. Iehudá se separó de sus hermanos y activó en Adulam, Keziv y Timná, ciudades de su tierra en herencia, y resulta que toda región se convirtió en su propiedad (Bereshit capítulo 38). En relación a la tierra de Iosef, la cuestión es todavía más clara. Iaacov le prometió a Iosef darle “una parte más sobre la de tus hermanos, la que conquisté de manos del Emorí, con mi espada y mi arco” (Bereshit, capítulo 48, versículo 22).
Editado por el equipo del sitio del Tanaj del libro "Oz vaAnavá, Yiunim beYehoshua Shoftim" publicado por "Midreshet haGolán".